Las vueltas que da la existencia terminaron cambiando la bruma iniciática de Edimburgo por la luz de la Costa del Sol en la biografía de Bill Anderson. De sus 61 años, los últimos 17 los ha pasado en Mijas: «En ningún lugar del mundo he estado tanto tiempo feliz», dice cuando hace un recuento de geografías vividas que enumera varios puntos de su Escocia natal, Londres y el sur de Alemania. A su paraíso malagueño llegó cuando los envites de la salud le obligaron a cambiar el estilo de vida de su familia. Se desprendió de casi todo lo que tenía y en tierras mijeñas afrontó desde una dolorosa pérdida a nuevas etapas en las que rehizo su ilusión. Tanto ha ido integrándose en la localidad que, el pasado 5 de julio, en el convulso pleno que le dio la alcaldía al PSOE, llegó a ser conocido por quienes se desplazaron hasta allí como 'el concejal de la falda escocesa'.

Al situarse en la causa de su salto al ruedo político, Bill Anderson solo encuentra una explicación en sus «muchos años de amistad» con el exalcalde de Mijas y ganador de las tres últimas elecciones como cabeza de lista del PP, Ángel Nozal. «En la política, no estoy por las siglas. Estoy por Ángel», asegura antes de recordar que en su Escocia natal ya mantuvo contacto con los políticos, cuando su formación como psicólogo le llevó a trabajar como asesor en materia sanitaria.

Un par de décadas después, y sin esperarlo, la realidad mijeña lo ha sentado en un escaño con una conversación con Nozal como germen: «Hace unos tres años, Ángel me preguntó si estaba contento con esa situación en la que su partido le había dado la acaldía a Ciudadanos y le dije que no lo estaba. Desde entonces, empecé a trabajar con él», recuerda.

Tras concurrir como número 7 de la lista del PP y vivir con intensidad la campaña, tomó posesión en un pleno de recuerdo agridulce en el que disfrutó al máximo del momento, pese a que se diluyó la posibilidad de un Gobierno en minoría de los 'populares': «Antes de la investidura, ya pensábamos que Ciudadanos iba a pactar con el PSOE. Vimos, 15 minutos antes del pleno, cómo Juan Carlos Maldonado estaba buscando a Josele. Votamos por Ángel porque teníamos un compromiso con los votantes. Votar a Maldonado hubiera significado la muerte del PP en Mijas».

Aquella apuesta a doble o nada del equipo de Nozal cosechó, instantes después, un expediente del PP que puede derivar en la expulsión del partido de los nueve ediles. Sin embargo, Anderson sigue quedándose con el hecho de que todos permanecieran unidos aquel día y lo sigan estando ahora. «No sabemos en qué va a terminar eso, lo que sí tenemos muy claro es que no queremos que el PP provincial utilice a Mijas para canjearla por poder en otras instituciones. Nuestras prioridades son Mijas y los votantes, eso no cambiará. En Diputación o Mancomunidad, no hay ningún concejal de Mijas porque todos están expedientados. ¿Que es injusto? Es lo que hay», añade admitiendo que esta última «es una frase muy española».

No obstante, segundos después tira de sentido del humor y se recuerda vestido con el traje típico de su país en el Ayuntamiento: «No creo que vuelva a ponérmelo en muchos plenos más, la falda lleva ocho metros de lana gruesa y, con 30 grados, es una auténtica tortura. Igual me la llevo a otros eventos, como el festival de música y artesanía celta que hay el 3 de agosto en Mijas pueblo», promete sin perder la sonrisa.

En aquel pleno tardío que dio por iniciada la legislatura, encontró en la falda el símbolo con el que reivindicar la importancia de la población extranjera, que representa en torno al 30% de los habitantes del municipio. Es en la conexión con ellos, con más de 100 nacionalidades «entre las que los británicos suman más que todos los demás juntos», donde reside su misión. Una labor que roza la utopía si se atiende a lo disperso que es un término municipal tan extenso en el que, además, es plenamente consciente de que los británicos «suelen vivir en su mundo y no se implican lo suficiente en la vida social y política».

«Puede ser que yo no sea el típico británico, por eso quería vivir en el campo y cuando llegué a mi finca de La Cala me di cuenta que todos mis vecinos eran españoles y debía aprender a hablar como ellos para poder comunicarnos», expone Anderson para referirse a uno de los tres idiomas «y medio» que habla si le suma el ruso al español, el inglés y el alemán. El griego, como es más de escribirlo, ni lo menciona este profesor de Les Roches Marbella que también ejerció la docencia un lustro en el CIO Mijas.

A medida que avanza la conversación, las palabras de Bill Anderson derraman una mezcla educada y alegre. Si la felicidad existe, la roza cuando poco antes de la despedida salta a la palestra su faceta de escritor. Ha publicado dos novelas y un poemario. Tres libros en inglés a los que pronto se sumará un cuarto. Se trata de una tercera novela en la que hay personajes reales en dos formatos. Por sus páginas desfilan tanto gente a la que conoce, y está orgullosa de aparecer entre sus fragmentos, como otros en los que el nombre y el apellido mutan en un seudónimo, se trate de alguien inventado o no.

Al oírlo, da la sensación de que algo de su experiencia política puede abrazar el relato que tiene entre manos. Sea lo que fuere, el concejal escocés dice adiós con una frase que lo delata en su entusiasmo y lo sitúa en el escenario municipal con la intención constructiva de colaborar con el Gobierno que comparten los ediles de PSOE y Ciudadanos: «Tengo muchas ganas de trabajar por Mijas».