Doce meses atrás, el personal del hotel Amaragua de Torremolinos andaba enfrascado en los últimos preparativos para las cenas de Nochebuena y Nochevieja mientras hospedaba a 480 clientes que habían decidido pasar las fechas navideñas bajo un sol de diciembre que templaba el ambiente en la playa de La Carihuela. Un último acicate para cerrar un buen ejercicio tras concluir una intensa temporada estival.

Pero en la «nueva normalidad» presente,empañada por la segunda y tercera ola del virus del Sars-Cov-2, las puertas de este hotel se cerraron el 10 de septiembre tras una «nula» temporada alta que dejó más pérdidas que beneficios y la sensación de haber errado en un intento de hacer caja para salvar el invierno.

«En verano lo abrimos por esa esperanza y también por responsabilidad empresarial... pero no nos salió bien, nos equivocamos», lamenta Miguel Sánchez, propietario del hotel y fundador de la cadena hotelera MS Hoteles. «En julio perdimos más que cuando lo teníamos cerrado y septiembre lo mismo. Cuando cerramos teníamos cinco habitaciones ocupadas de 320 que tenemos entre los dos hoteles, el Amaragua y el Tropicana».

Aunque el nivel de ocupación en verano no superó el 40%, las instalaciones debían mantenerse a punto para mantener los estándares de calidad mínimos del hotel. «Eso genera muchísimos gastos», explica Miguel Sánchez. A esto se le sumó el hecho de que el precio de las tarifas se redujo entre un 20% y un 30% con la idea de atraer algo más de clientela.

Desde ese último intento fallido, las puertas del Amaragua se mantienen cerradas al público. Apenas un par de personas cruzan el vestíbulo principal, con las luces apagadas y los muebles cubiertos de sábanas.

Entre quienes entran hay personal de mantenimiento, empleados de los servicios de mensajería... poco más. Toda la plantilla, 160 trabajadores, se encuentran incluidos en un ERTE y la agenda del recibidor, abierta por el día 15 de diciembre sin anotación alguna a lo largo de toda una página en blanco, sigue sin reservas ni expectativas hasta nuevo aviso.

Por el momento no hay fecha de reapertura y , según sostiene Miguel Sánchez, es uno de los principales temores de los empresarios del sector hotelero, que desconocen cuando podrán hacerlo con la garantía de percibir beneficios y en qué situación económica se encontrarán, ya que una vez con el hotel a pleno rendimiento las facturas se elevarán rápidamente pero el turismo necesitará más tiempo para recuperarse.

Y en esa incógnita cabecea el 80% de la planta hotelera de la Costa del Sol, que se mantiene clausurada, una cifra muy por encima de lo que es habitual debido a la estacionalidad, que suele cerrar en torno al 50% de los hoteles, según Comisiones Obreras.

«Aunque ya viajar y las vacaciones es un bien social irrenunciable ,no es un consumo de primera necesidad. Esto lleva a que cualquier altibajo que ocurra en el mundo de sanidad, económica o de atentados... nos han afectado muchísimo, pero como esto jamás lo habíamos pasado».

El gremio turístico mira ahora hacia la temporada estival de 2021. Si las estimaciones se cumplen será el verano de la inmunidad de rebaño, con entre un 50% y un 70% de la población vacunada, en la tónica de los vecinos europeos.

Sánchez espera que para entonces, la situación epidemiológica permita devolver la normalidad a los desplazamientos y la confianza en los viajes, aunque advierte que no será sencillo.

Mientras tanto, el sector debe superar un páramo de seis meses sobre los que pocas valoraciones se pueden hacer ya. Eso sí, espera que el Gobierno central los ampare con una ampliación de los ERTE, ya que según Sánchez, en torno al 95% de los puestos en hoteles, agencias de viajes y transporte están incluidos en estos subsidios.