Los responsables del comedor social de Emaús en el municipio de Torremolinos aún no se explican cómo han podido sobrevivir a este 2020. Aseguran que de no ser por las donaciones diarias de la red de supermercados Mercadona, posiblemente habrían tenido que clausurar los tres comedores que mantienen operativos, la mitad que hace un año, y donde han llegado este año a atender a más de 750 familias.

Porque el ejercicio ya comenzó «torcido, incluso antes de la pandemia, como consecuencia de la muerte del fundador de Emaús, Antonio Abril, a finales de 2019». El legado de este benefactor era muy importante, porque al comedor torremolinense durante sus últimos años de vida fue agregando instalaciones por toda la provincia, Estepona, Antequera o Vélez-Málaga, e incluso en otras dos localidades de la provincia granadina, Guadix y Baza.

«Las circunstancias empeoraron al tener que atender por la pandemia al doble de familias, al tiempo que las autoridades reducían drásticamente las ayudas de anteriores años», lamenta el vicepresidente de Emaús, Antonio Martínez. Así pasaron de recibir 66.000 euros en 2019, por parte de la Junta de Andalucía, a apenas 6.000. Estos recortes forzaron la clausura de tres comedores, ante la imposibilidad de abonar las nóminas de los trabajadores o de atender los gastos fijos, como fueron los dos en territorio granadino y el de Antequera.

Para sostener a los que han sobrevivido ha sido fundamental esa contribución de Mercadona. Esta red de establecimientos acaba de hacer públicas las más de 260 toneladas de alimentos que ha proporcionado durante este año a los comedores sociales de la provincia. Ahí figuran los aportados a los colectivos de Emaús en Torremolinos, Estepona y Vélez-Málaga, pero también los donados a la Casa de Asís en Antequera, así como a los comedores de Málaga capital, Santo Domingo, Yo soy Tú y Cottolengo.

Para uno de los gerentes de Mercadona, Fran Portillo, empezar la jornada revisando la aportación de Mercadona al comedor de Emaús en el supermercado de Torremolinos supone una satisfacción difícil de expresar con palabras. «A título personal ha sido una experiencia nueva y altamente gratificante, en los tiempos que estamos viviendo con tantas familias necesitadas. Con un pequeño gesto hacemos una gran labor, con él ya me siento más que satisfecho», apunta.

Para el director de Relaciones Externas de Mercadona en Málaga, Paco Rodríguez, esta iniciativa parte del firme compromiso de la compañía «de estar al lado de los colectivos más desfavorecidos, intensificando su Modelo Responsable al colaborar con los comedores sociales de la provincia de Málaga», manifiesta en relación a esas 260 toneladas donadas en 2020 a los comedores malagueños.

«La situación de excepcionalidad que estamos viviendo es muy cambiante y requiere agilidad en nuestras decisiones y planteamientos, con un único objetivo: dar respuesta a las necesidades de las personas más vulnerables en esta situación de extraordinaria complejidad», agrega el propio Rodríguez. Este aspecto lo remarcan los portavoces de Emaús y aplauden que Mercadona incluso supervise directamente cómo y de qué manera los alimentos llegan a las familias más necesitadas en cada ciudad.

«Ellos vienen cuando quieren. Tienen su casa en nuestras instalaciones, porque sin Mercadona no podríamos seguir atendiendo a las familias. Menos carne nos aportan a diario de todo, de manera que podemos dar todas las comidas, tanto calientes como frías, a las personas beneficiarias de nuestros comedores», apunta Antonio Martínez.

Emaús fue fundado por Antonio Abril en 1996 con la idea de «ayudar a los más pobres». En el caso del comedor de Torremolinos, la ayuda de Mercadona es la que menos ejercicios acumula, concretamente desde el año 2018. En sus instalaciones se ha pasado de atender a unas 125 personas diarias a más de 260. «Todo se ha desbordado este año, porque entre esas personas tenemos a casi 80 familias mayores que reciben comida a diario», apunta Emaús. En Vélez-Málaga han llegado a ser unos 280 los beneficiarios en este 2020 o en Estepona, más de 200.

Algunos de esos usuarios, una vez recuperada su estabilidad laboral, contribuyen como voluntarios al día a día de este tipo de instalaciones: «Nada como sentir esa ayuda externa de primera mano».