Crimen organizado

El narco de Mijas que adora a Tony Montana

Tras el histórico alijo de casi tres toneladas de cocaína intervenidas en el velero Goldwasser se encuentra presuntamente Godfried, un holandés de 54 años que lucía sobre la chimenea de su mansión un cuadro del ambicioso personaje de El precio del poder. Así se cocinó la operación Midas-Ballestrinque

Un agente se lleva detenido al holandés en la avenida de las Gaviotas, en Fuengirola.

Un agente se lleva detenido al holandés en la avenida de las Gaviotas, en Fuengirola.

La mayoría de las reuniones importantes que Godfried mantenía con sus colaboradores se celebraban en su casa, un espectacular y aislado chalé de Mijas con unas medidas de seguridad que obligaron a los investigadores a mantener las distancias de sus muros hasta el día de las detenciones. Un búnker con piscina de horizonte infinito y media docena de cámaras en el perímetro que se controlaban desde un monitor instalado en la cocina. Pero lo que más llamaba la atención se encontraba en el corazón de la casa. Sobre la chimenea del salón, el altar de cualquier hogar, se elevaba un cuadro con la poderosa imagen de Tony Montana con el brazo en cabestrillo y el arma con la que está a punto de liquidar a Mel Bernstein, el poli corrupto.

La personalidad y forma de trabajar de Godfried no tiene nada que ver con la del imprevisible personaje al que Al Pacino pone rostro y alma en El precio del poder (Brian De Palma, 1983), pero de cautela y ambición iban a la par. De modales exquisitos, este holandés dormía con una pistola cargada en el cajón de la mesita de noche. Y por el volumen de droga que parecía mover, seguro que alguna vez se susurró a sí mismo el lema que Scarface lucía en la estatua junto a la que murió acribillado: El mundo es tuyo.

Imagen como la que el investigado tenía en un cuadro sobre la chimenea de su casa de Mijas.

Imagen como la que el investigado tenía en un cuadro sobre la chimenea de su casa de Mijas.

Lejos de ser un camello venido a más en la Costa del Sol, la élite antidroga define a este tulipán de 54 años como un narco «muy top». Un perfil perfecto para explicar por qué el crimen organizado de Países Bajos domina gran parte de la cocaína que se mueve en el litoral malagueño, en España y en el resto de Europa. Con antecedentes por tráfico de drogas en nuestro país en los años noventa y más recientemente en Holanda por asuntos relacionados con la coca y las anfetas, las pesquisas estiman que Godfried se instaló en el sur de España entre 2017 y 2018, aunque no fue hasta 2019 cuando las labores de inteligencia permitieron que el Greco-Costa del Sol de la Policía Nacional, la Fiscalía Antidroga del Campo de Gibraltar y el Juzgado de Instrucción 4 de La Línea de la Concepción, en colaboración con el Greco Galicia y el Grupo 50 de la Udyco Central, pusieran su nombre sobre la mesa.

Una información sobre las intenciones de un grupo de usar un velero atracado en el puerto deportivo linense para asaltar el Atlántico para regresar a Europa hasta arriba de cocaína puso poco a poco a los investigadores sobre la pista del holandés y sus dos inseparables colaboradores, un turcoholandés y un sueco. El primero, que vivía cómodamente en la primera línea del paseo marítimo de Fuengirola, es un viejo conocido de la Audiencia Nacional por sus vinculaciones con el crimen organizado neerlandés y la segunda cabeza pensante del grupo. El tercer miembro también residía en Mijas y era el machaca, un hipermusculado que servía para todo. Dueño de un montón de trofeos que rememoran su pasado como culturista de competición, se encargaba de mediar con la tripulación del velero, de llevar y traer el dinero, de hacer de lanzadera para sus jefes... Si no estaba trabajando, estaba jugando al golf con un hándicap que ya quisieran muchos socios del club.

Instalado en el corazón de la Costa del Sol junto a sus dos ayudantes, la investigación de la Policía Nacional revela el perfil de un capo con una gran agenda de contactos que incluía a colombianos considerados extraditables por la DEA

Sin actividad conocida en nuestro país, Godfried vivía como dios en el corazón de la Costa del Sol. Siempre en forma, igual se movía en un Bentley, en un Mercedes o en un Audi, que sorprendía con una sencilla moto de 125 cc. Solía vestir ropa informal cara y a veces se animaba con unos zapatos negros con la punta blanca. Entraba y salía con su jovencísima novia y le encantaba visitar el Casino de Torrequebrada, donde quemaba bastante pasta en los juegos de cartas.

Su otra vida era el puente aéreo. Una sobresaliente agenda de contactos le hacía volar constantemente entre su Ámsterdam natal, Barcelona y la Costa del Sol, pero sus citas claves se celebraban en Colombia. Acompañado por alguno de sus ayudantes, su destino era el aeropuerto de El Dorado de Bogotá, en el corazón del país, donde permanecían un par de semanas a cuerpo de rey y se reunían con sus proveedores, algunos de ellos en el radar de la DEA y considerados extraditables por las autoridades de Estados Unidos. Allí se cerró presuntamente el trato para cargar el Goldwasser con 2.700 kilos de cocaína en un punto no muy lejano de la isla de Granada, desde donde zarpó con destino a Europa con dos tripulantes, uno de origen caribeño y otro latinoamericano. En una decisión suicida para ellos y poniendo en peligro una mercancía valorada en más de 100 millones de euros, atravesaron el huracán Sam (categoría 4) bordeando su zona más peligrosa para evitar una posible acción policial. Los investigadores sí buscaron un puerto seguro y pensaron en el peor de los destinos para el Goldwasser, cuya parte de la carga creen que iba a Galicia. Sin embargo, el 8 de octubre localizaron el velero en perfectas condiciones y lo abordaron a la altura de las Azores con la ayuda de un buque de Vigilancia Aduanera.

Momento en que el holandés fue detenido en la avenida de las Gaviotas, en Fuengirola. | L.O.

Parte del alijo localizado en el velero GoldWasser. / L. O.

De forma casi simultánea, Godfried y los suyos fueron arrestados en Mijas y Fuengirola. El jefe fue interceptado a plena luz del día cuando circulaba por la avenida de las Gaviotas de este último municipio. Pese a que las pruebas contra él son abrumadoras, negó educadamente tener cualquier tipo de relación con las casi tres toneladas de cocaína halladas en el velero, el mayor alijo de polvo blanco interceptado en este tipo de embarcación hasta esa fecha.

Desembarcan en Vigo las dos toneladas de cocaína incautadas en un velero en el Atlántico

Vídeo: Policía Nacional Foto: Alba Villar