El listo de John Lasseter, corazón, vísceras y cerebro de esa maravillosa y bucólica empresa que es Pixar, ahora fusionada con Disney, no podía permitir que sus hijos predilectos, Woody y Buzz Lightyear, aquellos que le aportaron su primer gran éxito, fueran a morir de cualquier modo en el imaginario colectivo del mundo de la animación. Así que, de la mano de Lee Unkrich, que ya había codirigido la segunda parte deToy Story, se ha sacado una última aventura, bastante elaborada, para despedir a los juguetes del bueno de Andy.

Y precisamente Andy, convertido ya, tras diez años de espera entre la segunda y la nueva película, en un joven preuniversitario, que prefiere internet a sus muñecos, es el motor de inicio de esta nueva historia, que fue estrenada en Estados Unidos y Latinoamericana el 18 de junio y ha recaudado 340 millones de dólares, superando de manera notable al ogro verde de la cuarta parte de Shrek, que peca de repetitivo en esta nueva entrega.

Tampoco es que Lee Unkrich, editor y codirector de la segunda parte de Toy Story, se haya vuelto loco con la historia que narra la última película, pero incorporar a Barbie y Ken a las aventuras de Woody y Buzz es uno de los aciertos más agradables y brillantes de la trilogía.

Barbie y Ken, cuya química nace en el film a raíz de un horterísimo pañuelo azul al cuello, no son, sin embargo, la única novedad de Toy Story 3.

La presencia de un cursi osito Teddy, que huele a frutas y en la versión latina se llama Lotso, es otro acierto de la película y supone una gran sorpresa, con su particular manera de dirigir ese paraíso para los niños, y sobre todo para los juguetes, que es la guardería Sunnyside.

Los actores Tom Hanks, Tim Allen y Joan Cusack, entre otros, retoman los roles que habían desempeñado en las primeras películas, poniendo voz a ese elenco de plástico y tela (animada) que son el dinosaurio miedoso Rex, el matrimonio de los señores Potato, Woody, la vaquera Jessie y, entre otros, los alienígenas verdes que ya se han convertido en santo y seña de la casa -y que felicitaron esta semana, en nombre de Pixar, a la selección española de fútbol por su victoria a travésdeunvídeo-. En la versión española, el doblaje no puede ser más brillante, con el cineasta y director de la Academia Álex de la Iglesia; los actores Emilio Gutiérrez Caba, Ana Millán o José Luis Gil; el cantante Diego el Cigala o los televisivos Manu Carreño y Flipy, entre otros elegidos.

Historia

Este guión cuenta con algunos lugares comunes a las anteriores entregas de Toy Story, pero han resuelto de un modo respetuoso bastantes tramas de la saga, como por ejemplo sus nuevas fugas domésticas, su regreso y la camaradería. Incluso hay un momento muy lacrimógeno, con el descubrimiento de que Andy, en el fondo, nunca podrá olvidar lo que sus juguetes supusieron en su infancia, y otro, casi al final, que va destinado a que los espectadores casi se abracen entre sí por el bonito gesto del chico protagonista.

Técnicamente, los chicos de Pixar vuelven a superarse en esta tercera parte de Toy Story. Los más de 100 computadores que Pixar tiene en sus dos edificios en California trabajaron, literalmente, 24 horas diarias durante tres años para sacar a flote un final digno para esta saga que supuso el primer éxito para un equipo que, hasta ahora, ha logrado nueve premios Oscar ¡y 27 nominaciones!, un éxito inimaginable para una empresa de animación digital que, con orgullo, presume de tener al grancanario Carlos Baena entre sus animadores. Baena no es nuevo en el universo Lasseter, y ya ha colaborado en Buscando a Nemo y Cars, éxitos que auguran una buena aceptación a la merecida despedida de Toy Story.