Cincuenta mil personas, las que se juntan estos días en las jornadas grandes del FIB que hoy termina, son muchas personas. El Festival Internacional de Benicàssim exhibe músculo y regresa en esta edición a los dilemas que surgieron en el pasado 2009, cuando los hasta entonces desconocidos registros de venta de entradas ubicaron al evento en un estado insólito. El FIB busca sus límites y, en ocasiones, parece chocar con ellos.

El Escenario Maravillas, el principal, se llenó a rebosar, como pocas veces lo habíamos visto, en el anhelado concierto de The Strokes. Cincuenta mil personas son muchas, y aún parecen más cuando la gran mayoría de ellas desea estar en el mismo sitio a la misma hora y respirar del mismo aire. La jugada se debió repetir, a buen seguro, en la madrugada de ayer con los británicos Arctic Monkeys, en un nuevo examen a la seguridad, clave en el crecimiento de una maquinaria que, de momento, resiste a todas las exigencias. No en vano, esto no para, y la organización sacó ayer a la venta los abonos del 2012.

En lo musical, The Strokes ofreció la actuación que todo organizador desea en su cabeza de cartel. Sólidos de cabo a rabo, pocas bandas pueden sostenerles la mirada cuando tiran de hits. El problema, quizá, radica en la fecha de nacimiento. Nadie discute que sus mejores canciones no se hallan, pese al repunte del álbum más cercano, en sus últimos trabajos. La pose hierática de Julian Casablancas, de The Strokes, contrastó con el revoloteo histrión de Eddie Argos, de Art Brut. A los dos les sobra personalidad, cada uno elige su vía de explotación. Pasó igual antes en el Fiberfib,com con el aura nasal de Herman Dune. Ninguno ha inventado nada, ni falta maldita. Hace tiempo que no se trata de eso. El secreto se llama carisma.

El FIB tiene mucho, también, de espejo interior. Somos lo que hacemos, no lo que decimos, y no es lo mismo, en el solape, decantarse por el aura mormona y mediática de Brandon Flowers o por la esencia punk y medio gamberra de The Undertones. "En el FIB nadie me conoce, y los que me conocen ya saben como soy", decía a esas horas un clásico de la noche castellonense, al cobijo del FIB Club. La frase rezuma la libertad que cualquiera puede sentir en estas impagables veladas benicenses y explica uno de los rasgos colaterales del festival.

A menudo, la cuestión no radica en descubrir grupos, en conocer amistades puntuales o amores efímeros, sino en descubrirse, en conocerse en el contraste con la multitud. En el Festival Internacional de Benicàssim, como en cada una de las experiencias vitales que merecen la pena, uno aprende más de sí mismo que de los demás.

El Festival apura sus últimas horas

Muy calurosa arrancó la penúltima tarde de conciertos en Benicàssim. El combo ye-yé de Los Ginkas penó el temprano horario con el sol de cara. El rock denso de McEnroe sirvió para engrasar una jornada que deslizó su cartel por Beirut, Bombay Bycicle Club, Big Audio Dynamite, Primal Scream o Mumford & Sons, pero los Arctic Monkeys fueron los indiscutibles cabezas de cartel del sábado. Antes, hubo espacio para la reivindicación patria, con Astrud, Lori Meyers o Nadadora, y para la exhibición de los australianos Tame Impala. Hoy se cierra la 17 edición del Festival. Arcade Fire y Portishead son los principales reclamos dominicales.