«Vais a ver todas las facetas de Judy; su capacidad de trabajo, su sentido del humor, su energía y su habilidad para transmitir emociones al público». Con estas palabras, la actriz y cantante Natalia Dicenta resumió ayer la obra Al final del arcoíris, un montaje entre la comedia dramática y el musical en el que Dicenta se pone en la piel de la oscarizada intérprete de El mago de Oz.

Al final del arcoíris, que se representará en el Teatro Cervantes los próximos viernes 14 y sábado 15 (21.00 y 20.00 horas, respectivamente) cuenta la vida de Judy Garland y los hombres que la rodeaban, unos, como Mickey Deans, encarnado por Nacho López, que querían que la gallina de los huevos de oro continuase produciendo billetes verdes a toda costa; y otro, como su pianista Anthony, al queda vida Miguel Rellán, que la acompañó y protegió toda su vida, que quería que fuese ella misma y no estuviese siempre sobre el escenario.

La acción transcurre en dos escenarios distintos: la suite del Hotel Ritz de Londres, donde Garland vivió entre 1968 y 1969 antes de su muerte, y donde aparece la mujer que era en realidad; y el club Talk of the Town, donde actuaba y donde el público disfrutaba de su inconfundible voz.

Jazz en directo

La voz de Natalia Dicenta estará acompañada en los números musicales por un cuarteto de músicos de jazz compuesto por José Manuel Villacañas al piano, el saxo de Patxi Pascual, el contrabajo de Fernando Lupano y la batería de José San Martín. Entre las canciones que sonarán en directo temas tan universales como Over the rainbow, Get happy, Come rain or come shine, The trolley song, The man that got away o For once in my life.

La hija de Lola Herrera y Daniel Dicenta relató ayer que si bien todo el mundo conoce algo de la historia de Judy Garland, tanto sus momentos altos y bajos como su legado artístico, ella pretendió desde un primer momento «conocer a la mujer, profundizar en Frances Ethel Gumm (nombre real de Garland)».

Basada en un texto de Peter Quilter, que ya deslumbró en las carteleras londinenses, y dirigida por Eduardo Bazo y Jorge de Juan, Al final del arcoíris se centra en el agridulce ocaso de la vida de una artista que empezó como niña prodigio y tuvo una atribulada e intensa vida. «La definición más cercana que hemos encontrado es la de comedia dramática con música», dijo Dicenta de la desgarradora y divertida obra.

El declive de Judy Garland, que debutó en el escenario con sólo 30 meses y que desde adolescente rodaba en Hollywood sin pausa, le sirve a este montaje para poner en tela de juicio el papel de la familia y los educadores en la vida de una niña destinada y obligada a ser estrella. Y es que la obra retrata el final del camino de baldosas amarillas de una pequeña que consumía anfetaminas y barbitúricos para poder aguantar su agotador ritmo de trabajo, y cuya carrera estuvo salpicada de crisis nerviosas, drogadicciones varias y alcoholismo.