Cristian Alcaraz (Málaga, 1990) es, además de poeta, «vendedor de libros, casi nunca de poesía» –trabaja en La Casa del Libro–. Ha ganado varios certámenes de poesía a nivel local y regional, como el VII Certamen Andaluz de Escritores Noveles. Actualmente se encuentra escribiendo su segundo libro de poemas en la Fundación Antonio Gala para jóvenes creadores

Cristian Alcaraz

Otra de las voces de la joven Málaga que persigue la poesía cueste lo que cueste es la de Cristian Alcaraz. Algunos de susversos han sido publicados en diferentes revistas digitales, como La sombra del membrillo o El bote de colón, y otros han sido incluidos en antologías como Clave de Sol. 16 sobre la música (2010), La Dolce Vita. Poesía y cine (2010) o Blanco nuclear: Antología de poesía gay y lésbica .

¿Cómo surge la idea de un libro con 27 autores de menos de 27 años?

Todo ha sido idea de Luna Miguel, y todo se resume en sus propias palabras: «Eran veintisiete poetas menores de veintisiete años que irrumpieron en la poesía regenerando con sus versos e invocando tiempos nuevos. Porque en este tiempo difícil para la juventud, minado por el desconcierto y la indignación, solo la literatura y Su literatura pudieron traer un poco de esperanza. Eran poetas. Eran hermosos. Estaban locos». El proceso de selección, como dice Luna en el prólogo, fue una búsqueda continua en los blogs «a casi todos los autores los conocí o los leí por primera vez a través de la pantalla de mi ordenador».

¿Cuál es su aportación a la antología?

Dos poemas sobre el sexo adolescente y dos poemas sobre una transición.

El título del libro es «Tenían veinte años y estaban locos». ¿Hay algo de locura en este proyecto? ¿Y en usted?

Es imposible no estar loco a los veinte años. En mi opinión, la locura consiste en lanzarse y no tener miedo de las repercusiones. En ese sentido, Luna Miguel sabe hacerlo de una forma muy hermosa, ella es hermosa. Yo aún no he cumplido los veintiuno y me suelo caer de la cama.

¿Qué opina de la poesía del otro representante malagueño del libro?

Me encanta David, y me encanta su forma de desafiar al mundo. Me gusta cómo sitúa cada palabra en el poema y cómo habla del crujir de botellas o del deseo, y cómo el deseo, con el tiempo, te pertenece. Me gusta encontrarme con él y no hablar nunca de poesía. También me gusta su sombrero.

En su opinión, ¿cuál es la salud actual de la poesía local?

Veo que la poesía local avanza y que ha hecho un buen recorrido por la historia de la poesía nacional. Actualmente, parece que no se mueve mucho en Málaga, pero no es del todo cierto... Hay gente que se agita, nombres como Alejandro Díaz del Pino, Virginia Aguilar o Beatriz Ros dan cuenta de ello.

¿Por qué la gente debería comprar este libro?

Este libro es muchos otros libros y es muchos pechos y tripas. La gente debería de comprar este libro porque va a sentarse junto a la corta experiencia, junto a la incertidumbre y junto a las ganas de demostrar que, aún estando locos, los jóvenes poetas tienen un sitio donde encontrarse y hacer frente a todo lo que tenga que venir.

«Un poeta joven, herido de poesía, de lectura y ganas, enseña sus armas, y éstas brillan». Eso dijo de David Leo García (Málaga, 1988) Luis Antonio Villena, reconocido poeta y antólogo. En «Tenían 27 años y estaban locos» enseña tres de sus armas, tres poemas que sirven para caracterizan la lírica de un joven autor que campa con autoridad en el panorama nacional

David Leo García

Recuerdo escribir hace unos años, a sugerencia de un experto en estas lides de lo lírico, un artículo titulado Retengan este nombre: David Leo García. Por aquel entonces su voz jovencísima pero bien macerada sentimentalmente ya daba mucho que hablar entre los aficionados a esas reuniones casi secretas en las que se lee poesía. Con su libro Urbi et orbi, consiguió ex aequo en el año 2006 el prestigioso premio de poesía Hiperión, convirtiéndose con sólo 17 años en el poeta más joven en lograr este prestigioso galardón en sus 25 años de historia. Avales más que suficientes para certificar que David Leo García es una firma ya de peso.

¿Cómo surge la idea de un libro con 27 autores de menos de 27 años

Conocí a Luna Miguel hace cinco años y medio, cuando yo acababa de publicar mi primer libro. Recuerdo haber visto ya en ella, que tenía quince años, la inquietud de una lectora voraz y una escritora paciente. Yo sólo sé que, en un primer momento, los poemas de los distintos participantes se recopilaron en un blog. Finalmente la antóloga –qué mal suena esa palabra–, eligió a 27 para el proyecto impreso, publicado por La Bella Varsovia. Y creo que ha sido muy importante: no había aún ninguna antología con tanta difusión que abarcase este espectro de edad.

¿Cuál es su aportación a la antología?

Los poemas Dígame un color..., Deseo de ser deforme y Ménage à trois: lo menos malo que he versificado.

El título del libro es «Tenían veinte años y estaban locos». ¿Hay algo de locura en este proyecto? ¿Y en usted?

En todo caso, la locura que hace la vida posible: el entusiasmo.

¿Qué opina de la poesía del otro representante malagueño del libro?

Nuestras poéticas son muy diferentes, pero eso no me impide apreciar a un autor con sus ganas y su ambición, que tiene aún, eso sí, mucho camino por delante y mucha selva en la que abrirse paso.

En su opinión, ¿cuál es la salud actual de la poesía local?

No me gusta cercarle un ámbito a la poesía. En cualquier caso, me parece que Málaga, como motor de la Generación del 27, tiene una tradición poética considerable, que hoy en día se concreta en cuatro generaciones y decenas de poetas: María Victoria Atencia, Rafael Ballesteros, Francisco Ruiz Noguera, Francisco Fortuny, Álvaro García, María Eloy-García, Beatriz Ros, Cristina Castro...

¿Por qué la gente debería comprar este libro?

Los niños, para aprender el oficio de la desobediencia; los adolescentes, para ver que no todo está perdido en esta generación perdida; los adultos, para dejar de mirarnos con condescendencia, en atención a los logros poéticos de algunos participantes; los ancianos, para disfrutar como niños.