El vínculo malagueño del pintor valenciano Enrique Simonet y Lombardo se afianzó por su origen familiar, su formación artística, su actividad profesional y especialmente a partir de su participación en la denominada Escuela Malagueña del siglo XIX. Los ejemplos pictóricos de este arraigo a nuestra tierra se encuentran en su notable presencia en la colección de Bellas Artes del Museo de Málaga. Anatomía del corazón (Y tenía corazón) o el monumental Flevit super illam, obra por la que recibió la medalla de Primera Clase en la Exposición Internacional de Madrid de 1892, son dos de los lienzos más destacados de Simonet en los fondos de la pinacoteca y unos de los más recordados por los malagueños.

Pero el Museo de Málaga también atesora una pieza representativa de una faceta artística poco conocida del autor valenciano, el tema taurino, que por su gran tamaño (2,69 metros de alto por 4,83 de largo) ha permanecido quince años enrollada desde la salida del Palacio de Buenavista en 1997, actual sede del Museo Picasso Málaga.

El óleo sobre lienzo Un quite (1897), que representa el instante en que el maestro hace un quite al toro ayudado por los subalternos por la cogida al picador durante una corrida, se encuentra en pleno proceso de restauración en las instalaciones en Sevilla del Instituto Andaluz del Patrimonio Histórico (IAPH). Se trata de una de las obras singulares de la colección de Bellas Artes del museo malagueño, que será colgada en una de las salas de la nueva sede en el Palacio de la Aduana.

«Esta obra no forma parte de la temática habitual de Enrique Simonet y está a caballo entre la pintura más académica y de formación, como Anatomía del corazón o Flevit super illam, y su etapa más modernista y de madurez cuando se traslada a Barcelona, donde obtuvo la cátedra de Estudios de Formas de la Naturaleza y el Arte de la Escuela de Bellas Artes. Tras muchos años guardada, los malagueños podrán disfrutar de la luz que desprende esta pieza», observa el conservador del Museo de Málaga, José Ángel Palomares.

Un quite es una pintura arriesgada que demuestra el dominio de Enrique Simonet con los claroscuros. Logró profundidad y perspectiva a pesar de pintar el primer plano de la composición en sombra y el fondo en luz, detalla la restauradora Lourdes Núñez, que asegura que es la segunda pieza de temática taurina que se ha rehabilitado en el IAPH.

Tras el desplegado de la obra y la limpieza meticulosa del reverso mediante brocha y aspiradora, la sujeción de hilos de distintas roturas provocadas por clavos, algunos de ellos oxidados, y la colocación de parches de gasa de seda en algunas partes con rotura y ausencia de soporte para reforzar la zona, describe Núñez, se procedió a la «colocación de injertos de tela de lino en las lagunas de soporte».

Y es que el trabajo de restauración ha sido integral, tanto en el reverso como en el anverso del cuadro, cuyo estado de conservación es «aceptable». «Después colocamos bandas perimetrales de refuerzo para después montar la tela en un nuevo bastidor, que se ha lijado, protegido y cuenta con un sistema de expansión», matiza.

Después de retirar los papeles de protección, se comenzó el tratamiento por el anverso. Se han hecho unos test de disolventes para eliminar la suciedad, como los barnices oxidados, repintes y estucos que sobrepasan la laguna original. De hecho, la experta comenta que la obra ha sido intervenida anteriormente. «Una de estas intervenciones fue en la zona central del cuadro, en el cambio de sombra a luz, donde hemos localizado una banda horizontal en muy mal estado, que coincide con un travesaño del bastidor. Había unos estucos muy gruesos sobre la película pictórica sin respetar el original», agrega.

La obra, que estará lista a finales de abril, se encuentra en estos momentos en la fase de estucado, después de finalizar la limpieza y la eliminación de los testigos de suciedad. La restauración culminará con la reintegración cromática con pigmentos al barniz.

Antes de intervenir en la película pictórica, la aplicación de luz ultravioleta ha permitido detectar más acumulaciones de barniz y repintes sobre el original en la zona inferior, subraya Núñez, y los estucos gruesos en la parte central a través de la luz rasante.