Parece que fue ayer cuando las melodías de Danza Invisible sonaban incansablemente en todas las radios del país. Pero lo cierto es que ya han pasado tres décadas. En los años ochenta, el grupo malagueño –uno de los pocos de aquella época que aún permanece en activo– se subió por méritos propios a la cresta de la ola de la Movida, en la que cabalgó junto a bandas como Radio Futura, Siniestro Total, Nacha Pop, Loquillo y Gabinete Caligari. Sus discos eran elogiados tanto por el público como por la crítica y la calidad de sus directos ocupaba las páginas de las revistas especializadas.

Fue en febrero de 1982 cuando Javier Ojeda se incorporó como cantante al proyecto en el que poco antes se habían embarcado Ricardo Texidó, Chris Navas, Manolo Rubio y Antonio Luis Gil. El maxi-single Sueños –con cuatro canciones– fue la carta de presentación de la nueva formación y el inicio de una meteórica carrera con cerca de una veintena de trabajos (alcanzando siete discos oro y dos de platino) y de éxitos inmortales como El club del alcohol, El joven nostálgico, Sabor de amor y Naturaleza muerta, entre otros muchos.

Tía Lucía (2010), compuesto por versiones de temas de Smokey Robinson, Eddy Grant, Roy Orbison, Michael Jackson, Anita Ward y The Smithereens, ha sido la más reciente entrega del grupo malagueño, al que todavía le queda cuerda para rato.

El próximo 21 de abril, Danza Invisible celebrará su trigésimo aniversario con un directo en la sala París 15. El grupo se encuentra estos días puliendo el repertorio para tan señalada cita y, entre ensayo y ensayo, tantean los nombres de los colaboradores que les acompañarán sobre el escenario. Los asistentes, además, podrán llevarse a casa un recuerdo de esta efeméride en forma de disco, puesto que Ojeda y los suyos ya tiene en el horno un trabajo especial, y autoproducido, con motivo de su 30 cumpleaños: el cedé titulado Treinta tacos.

En este nuevo álbum, el grupo realiza nuevas lecturas a cinco de sus composiciones más queridas y las presta a un elenco de músicos y productores locales para que «realicen su propia versión», confiesa Javier Ojeda.

Los temas escogidos, y que sonarán en nuevas y muy diferentes dimensiones, son El pintor y la modelo, del álbum Maratón (1985); No habrá fiestas para mañana, perteneciente a Música de contrabando (1986); El brillo de una canción (A tu alcance,1988); En celo (Catalina, 1990) y La estanquera del puerto (Clima raro, 1993). Las nuevas versiones que realizará Danza servirán de base para que Roberto Cantero, Miguel Paredes, El Trío del Saco, Model Monroe, Felipe Volumen, Nacho Serrano, Big Hozone y Sergio Niggaswing, entre otros, añadan su particular impronta. «Nosotros le damos las pistas y ellos hacen la canción a su manera», matiza Ojeda.

Así, Treinta tacos girará en torno a las diversas relecturas de estas cinco composiciones. «En total, no contendrá más de 16 temas: las cinco versiones de Danza Invisible, nueve remezclas y un par de instrumentales nuevos que estamos preparando», sostiene el cantante, que destaca que este nuevo trabajo no tendrá una distribución tradicional. «No habrá distribución en tiendas. El disco será de venta exclusiva para los asistentes al concierto del treinta aniversario. En un principio, sólo lanzaremos unas 500 copias, aunque es posible que después optemos por una distribución digital. Pero no llegará a las tiendas».

El título del nuevo disco lo explica Ojeda en pocas palabras: «Jugamos con los significados de tacos. Son treinta tacos por los treinta años cumplidos, aunque también podrían ser treinta palabrotas, treinta exabruptos».