Tras cinco años consultando archivos y hemerotecas, entrevistando a cerca de medio centenar de personas, visionando vídeos y buscando viejos carteles de festivales flamencos de toda la provincia, el periodista Francis Mármol puede asegurar sin equivocarse que José Monje Cruz, más conocido como Camarón de la Isla, pasó media vida en Málaga. Y eso explica el título de su libro, Boquerón de la Isla, un volumen que certifica la impronta que Málaga dejó en la vida del cantaor de San Fernando, así como las huellas por él dejadas en Málaga y en los muchos malagueños con los que entabló amistad. Hoy, 20.00 horas, se presenta en Fnac.

«Comencé a escuchar las experiencias que mucha gente del flamenco en Málaga habían vivido con Camarón. Y así empecé a investigar», destaca Mármol, que sostiene que la único nexo de Camarón con Málaga que se citaba en las biografías del artistas es que «fue descubierto por Miguel de los Reyes en la venta de Vargas en San Fernando»: «De los Reyes se quedó sin un cantaor, al que le habían quitado el bocadillo y no volvió a actuar por ese motivo. Así que para cubrir ese hueco, el malagueño eligió a Camarón, que era un niño por entonces. Miguel de los Reyes lo llevaría con su compañía por toda España», afirma el periodista.

Así arranca la carrera artística de Camarón y su vínculo con la ciudad del pescaíto frito. Pero hubo mucho más. «Aquí vino en multitud de ocasiones y tuvo grandes amigos, como el Chino de Málaga, Antonio El Álvarez, el Tiriri, Fosforito, Remedios Amaya y Antonio El Chaqueta». Y si hubo un lugar donde el talento del cantaor gaditano más se pudo disfrutar en Málaga, fue en la mítica Taberna Gitana -frente al Teatro Cervantes-, «donde actuó de forma continuada durante semanas enteras y donde conoció a Tomatito», cuenta Mármol, que destaca que el primer concierto de esta nueva pareja artística -que más tarde materializaría uno de los discos más revolucionarios y venerados del flamenco, La leyenda del tiempo- tuvo lugar en Carranque en 1975, junto a Fosforito, José Menese y Pansequito.

Boquerón de la Isla contienen incontables curiosidades en su interior, sobre todo fotografías desconocidas de Camarón en Málaga y numerosos carteles de festivales que trazan el recorrido del artista por la provincia. Quizás muchos admiradores de Tabletom se sorprenderán al conocer que Pepillo Ramírez, saxofonista, flautista y miembro fundador de la banda, actuó en diversas ocasiones con Camarón, que iba a buscarlo refiriéndose a él como «el del pito». Eran tiempos de experimentación sonora y aunque Pepillo no tenía por entonces mucha idea de flamenco ni Camarón de rock, la música obró el milagro. «Entonces meter en el flamenco otro instrumento era un sacrilegio, aunque yo creo que Camarón realmente pasaba de los puristas», cuenta Pepillo en el libro. La inspiración de Camarón en Tabletom tiene incluso una canción, quizás la más conocida de los malagueños, Me estoy quitando, un guiño del fallecido Roberto Fernández Rockberto a las dificultades de Camarón con las drogas.

Entre otras vivencias de Camarón en Málaga, destaca el bautizo artístico del cantaor malagueño José Soto Cortés, a quien el de San Fernando le apodó Tijeritas. «Camarón iba a calle Los Negros y sentaba en su regazo al pequeño José, que como era muy chico, entre nueve y diez años, no se acordaba de toda la letra de las canciones y las cortaba. De ahí el apodo que le puso Camarón», señala Francis Mármol, quien asegura que con Boquerón de la Isla ha intentado «reflejar lo mejor de la faceta artística y personal del mítico cantaor», a quien considera un «artista descomunal que abrió las puertas del flamenco al mundo»: «Una de las penas más grandes que tengo como aficionado es no haberlo escuchado en directo. Porque es algo de Dios lo que Camarón tenía en la garganta».

El flamenco que quiso ser torero y probó fortuna en Marbella

Cuenta Francis Mármol que Camarón de la Isla «no quería ser cantaor sino torero». Y fue en Marbella, en la plaza de toros de San Pedro de Alcántara, donde el príncipe gitano quiso sentirse en la piel de un matador, una experiencia que no volvería a repetir en su vida. En el cartel de la corrida -que se reproduce en el libro- estaban también Curro Romero, que finalmente no acudió, Miguel Mateos Miguelín, José Antonio Galán, Juan Jiménez y Alfonso Galán. Fue la tarde del 19 de octubre de 1975. A Camarón le habían reservado un novillo de hechuras reducidas, pero un error le hizo enfrentarse a uno de tamaño superior. «Cuentan que le dio algunos buenos pases y que el resto fueron revolcones», confiesa Mármol, que confirma que ese fue el «debut y despedida» del torero Camarón.