Desde siempre he querido escribir guiones, pero lo tuve más claro aún hace unas semanas: en una comida familiar, alguien me contó la historia de un tío de mi padre que, al parecer, fue un pasionario de mi pueblo, una fuerza viva del comunismo en la posguerra. Estos días he estado indagando y el señor fue increíble. ¡Vaya con el árbol genealógico! Esa historia hay que contarla. Porque ahora todo el mundo se puede meter con el Rey por el Twitter pero antes, héroes como mi familiar y otros muchos anónimos, se jugaban el pescuezo al imprimir unos pasquines. Vamos, no les cuento más porque se caerían de espaldas y, quién sabe, a lo mejor hasta me robaban la idea, que en esto del cine hay mucho listo.

La cosa es que no quiero caer en lo de la memoria histórica ni hacer una película de tesis. ¿Han visto ustedes Flame y Citron? Se la recomiendo: es una peli sobre la resistencia contra los nazis en Dinamarca. Tiene acción, intriga, momentos de tensión... Molaría algo así, la verdad. No quiero caer en los tópicos de las pelis de la Guerra Civil, porque lo mío es una peli de posguerra.

Tengo que seguir documentándome. Y también buscar un título: quién sabe, algo poético y enigmático, para que la gente se estruje los sesos. Pero me voy a empeñar en esto, sí. Creo que se lo debo al tío de mi padre y a toda esa gente. Además, quién sabe, podría ganar el Premio Julio Alejandro al Mejor Guión y, leñe, hasta a lo mejor que con el tiempo la historia se convertiría en una película...

Pero mejor dejo de soñar, que estas cosas ya se sabe cómo pueden terminar...

La otra noche tuve una pesadilla en la que un crítico de provincias despachaba la película de mi guion con frases como «Otro ejemplo de cine español en sepia, anémico y apolillado, antiauténtico y sin garra». Y el tío, embalado, continuaba: «La cosa transcurre en Andalucía pero sólo un par de los actores hacen gala del acento; otros parecen hasta gallegos»... Para qué seguir con la retahíla del crítico: hay gente a la que les gusta destruir en vez de aportar y construir. Les juro que me desperté empapado en sudor, como en esas típicas escenas de las películas yanquis cutres. Luego me reí de la situación, de haber vivido un cliché, y me volví a dormir. Deséenme suerte y... Ojalá nos veamos en el estreno, si lo hay.