Tiras y aflojas, subidas y bajadas, cal y arena… Así es la relación de Cecilia y Juan, un par de tipos que se conocen una noche al volver de marcha y meterse en el mismo taxi. Justo entonces comienza una conversación afilada y tierna al mismo tiempo que les conduce hasta mucho más allá del amanecer.

Se trata del primer trabajo en largo de Alberto Córdoba, una película romántica basada en Antes del atardecer y que pretende tomar como ejemplo «el cine clásico, pero con gente de hoy», según explicó él mismo minutos antes de la proyección. «¿Qué sería de mí si no estuviera solo?», se preguntó un día, dando a luz a la estructura de lo que en el futuro sería Cecilia y Juan.

Optimista a pesar del escaso presupuesto con el que ha contado, ya que se trata de un trabajo total y absolutamente autofinanciado, el director opina que esta falta de medios ofrece una oportunidad única para que el espectador empatice de un modo profundo con la historia y asuma que lo contado, lo que está viendo, es más próximo a la realidad que nunca. Gran parte de la difusión que está teniendo la película se la deben a las redes sociales, «al hecho de que la gente quiera compartir con otra gente aquello que les gusta».

Todo gira en torno a Cecilia Tamayo (Cecilia) y Juanma Díez (Juan), los dos únicos actores que conforman el reparto del film. Los papeles han sido hechos a medida porque en todo momento se buscaba la implicación total con los personajes. A través de la conversación que mantienen, la cual conforma toda la trama, descubrimos a dos personas muy desencantadas, que están de vuelta de todo, que una buena mañana se empeñan en hacer que conocerse sea especial. Para ello, se lanzan pullas divertidas mediante las que componen un flirteo que nunca llega a culminar, que siempre se interrumpe en el último momento. En parte debido a una absurda pugna por el poder que refleja muy bien la realidad de muchas relaciones personales de hoy en día. Y en parte debido al miedo que se refleja en los ojos de ambos, la desconfianza hacia si lo que está pasando es realidad o es ficción. Esto es lo que hace que se escondan continuamente en las fauces de un pretendida estrategia de cortejo que no les permite ser ellos mismos ni conocerse de verdad.

La austeridad técnica se hace evidente, a veces incluso demasiado, a pesar del empeño. Cecilia y Juan nos muestran calles y rincones de Madrid durante una mañana, vestidos de gala, como en el cine clásico, pendientes de un beso que desean robarse el uno al otro. Los tópicos en torno al amor eclipsan la charla, a veces banal, a veces profunda, pero casi siempre artificial.

«Se trata de dos personas de hoy por un mundo en el que el amor es como en el cine». Las imágenes fijas de lugares de gran belleza de la capital apoyan esta idea que fundamenta el trabajo de Alberto Córdoba. No obstante, se echa de menos ese punto de autenticidad que hubiera dado una vuelta muy necesaria a un tira y afloja que se eterniza y que no llega a conectar con el espectador. Cecilia y Juan, Juan y Cecilia: como el aceite y el agua, como el agua y el aceite.

'Cecilia y Juan'

Dirección: Alberto Córdoba

Músicos: Cecilia Tamayo, Juanma Díez