Como el lector de La Opinión tal vez recordará, el pasado 23 de mayo se presentaba en nuestra ciudad el libro La Orquesta Sinfónica de Málaga. Memoria de los primeros 50 años, firmado por Joaquín Claudio Kraus. Un libro esperado, justo esfuerzo de atención para una orquesta que ha cubierto, y sigue cubriendo, un importante papel en la vida cultural de la provincia.

Sin embargo, pues los cincuenta años mencionados en el título son los que van de 1945 hasta 1995, y puesto que uno de sus ejes es la conmemoración del 50º aniversario, como protagonista activo que fui de aquellos años he de señalar un conjunto de ausencias que me parecen importantes. Y no lo hago por afán de protagonismo, sino justamente por respeto a la institución y fidelidad a la verdad histórica.

Eventos

Fui director titular de la Orquesta Sinfónica de Málaga en dos ocasiones, la primera durante la temporada 1994-1995, y buena parte de los eventos de aquella celebración fueron responsabilidad de mi gestión artística. Pues bien, ni hay mención alguna de esa titularidad en el capítulo dedicado a Directores, ni los conciertos dirigidos por mí durante la temporada 94-95 inscritos en los actos de conmemoración del medio siglo de vida de la OSM aparecen en una sola de las más de doscientas páginas que el autor dedica a inventariar las actuaciones más destacadas de ese período.

Joaquín Claudio, que parece poseer tanto y tan variado material, debería tal vez haberse tomado la molestia de salir a consultar otros archivos, de leer actas, de entrevistar a los protagonistas. Es cautela elemental para cualquier memorialista. Pero es que a las graves negligencias de método se suman las de ejecución, aún peores. El libro está sin articular, y el autor intenta compensar lo confuso de la estructura con el acopio indiscriminado de documentos y material gráfico que, justamente por irrumpir desprovisto de marco explicativo, queda mudo para el aturdido lector: semblanzas, artículos de prensa, originales, transcripciones, notas de programa, cartas, todo es arrojado a la página con una ausencia total de criterios editoriales uniformes que colaboren a la coherencia narrativa.

No es raro así que abunde la información redundante, las biografías dobles, el hablar en presente de personas fallecidas, las felicitaciones por el 50º aniversario con fecha de 1993 (es decir, dos años antes del evento), y omisiones, como la de mi titularidad, que ponen en evidencia que la información sustantiva a veces no aparece, y que la que aparece no siempre es exacta. Tampoco hay, por supuesto, índice onomástico.

Es un hecho que lamento sinceramente, pues en cierto modo se ha perdido la oportunidad de hacer una historia cabal de nuestra orquesta, y porque el libro del señor Claudio será fuente de consulta para futuros investigadores, que de este modo tenderán a perpetuar un retrato defectuoso de la institución.

Está, sí, el esfuerzo del coleccionista, aunque sea un esfuerzo malogrado por olvidos e imprecisiones. No discuto la buena intención del autor, pero concluyo que ha apilado un volumen en el que, al contrario de lo que afirma el prólogo, el recuerdo no es siempre fiel a la historia.

Francisco Martínez Santiago es el exdirector titular de la Orquesta Sinfónica de Málaga