La recuperada Corrida de la Prensa reunió ayer a tres de los toreros más destacados de la pasada Feria de Málaga, y que llegaban avalados por encontrarse en un buen momento artístico. Sin embargo, para verificar que realmente se encuentran en racha, habría sido preciso que los toros hubieran puesto de su parte.

Igual que se recuperan tradiciones de antaño, parece que también nos esforzamos por mantener otras. Y baile de corrales parece sinónimo de La Malagueta en los últimos años. Así hubo que hacer encaje de bolillo para completar los seis toros de Marques de Domecq, con dos sobreros de Esteban Isidro (que lamentablemente saltó al ruedo) y otro de La Palmosilla. Cinqueños casi la mayoría, y finalmente aceptablemente presentados, no contribuyeron a la esperada fiesta.

Y la muestra llegó en el primero de la tarde, un astado que manseó de salida apretando por los adentros, y con el que se protagonizó una bonita pugna en quites entre Antonio Barrera e Iván Fandiño. Primero instrumentó chicuelitas el diestro vasco replicando por gaoneras el sevillano. Pero tras el brindis a la reducida concurrencia, el burel se destapó como doblón pero con poca fuerza. Barrera quiso aportar la casta que le faltaba al toro, pero la cosa no pasó de voluntariosa. Irregular en su colocación, concluyó con unas manoletinas inconsistentes.

Tampoco mejoró el segundo de su lote, que manseó en los primeros tercios y que le propició dar dos tandas en redondo al inicio de la faena. El diestro tuvo la virtud de aprovecharlas; aunque pronto quedó constatado que duraría poco. A partir de ahí todo fue cuesta abajo, a pesar de que hay algo que nunca se le puede achacar a este espada: el pundonor. Lo intentó con la zurda, circulares invertidos, e incluso pretendió un arrimón cuando el del Marqués huyó despavorido a tablas.

El caso de Fandiño merece un análisis aparte. Llegaba tras su intrascendente encerrona en Bilbao, y pareció estar aún atorado. Su primero fue un inválido sustituido por el de Esteban Isidro. Todo un regalito de inicio a fin, que recortó en el capote por los dos pitones, llegó gazapón a la muleta, y terminó por dar arreones. Parece lógico que no se quisiera dar coba. En el quinto de la tarde, por su parte, anduvo frío con el capote, e inició la faena dejándoselo venir desde tablas a los medios y enlazar con una tanda en redondo. Pero algo tuvo que fallar para que la plaza no se pusiera boca abajo. Luego por el pitón izquierdo a punto estuvo de echarle mano, y el toro parecía que se iba a poner imposible. No fue así porque, a mediación del trasteo, el matador cambió el planteamiento y, a base de dejársela puesta y ponerse en el sitio, consiguió enlazar los derechazos. Tras cerrar con manoletinas, rubricó con una gran estocada que terminó por caldear al público para sacar los pañuelos. Paseó una oreja generosa de media faena.

Completaba el cartel David Mora, que se estiró a la verónica en su primero y cerró con una bonita media. Este toro, aún siendo sosote, se fue tragando los muletazos a media altura. Así, llegaron tandas en redondo limpias y templadas, aunque la falta de emoción fue una constante. Por el pitón izquierdo echaba la cara arriba y al volver a la diestra la labor no terminó por redondearse. El último fue un toro sin fuerza ni casta. Lo único positivo que pudo hacer el diestro fue la certera estocada final.