Se ha adelantado la programación de la OFM para la nueva temporada que comenzará a mediados de Septiembre. A grandes trazos, las páginas que disfrutaremos a la OFM evocan ciertas concesiones hacia sectores menos dispuestos a comprender que la música continuó después del Romanticismo frente a un siglo veinte cercano a la anécdota o el empacho. La carta de los quince abonos intenta disimular el perfil de obras menos habituales del repertorio, cuando ceden protagonismo a autores de consenso como el caso de Brahms, que estará presente hasta en cuatro abonos, incluido el concierto inaugural, aunque con el aliciente de Volodin para los dos conciertos de piano, el de violín por Znaider o el de Jesús Reina para el de Mendelssohn.

El piano de Chopin, la Tercera de Beethoven con Calleya en el podio, o la Segunda Sinfonía de Rachmaninov, dan muestras de esa apuesta segura que venimos anotando. Destacar el monográfico dedicado a las escuelas rusa y francesa con los abonos tercero y cuarto, este último con la presencia del cello de Lluís Claret. Enero y febrero se reservan para dos programas cinéfilos, Dukas, Britten y Rimsky-Korsakov en enero y Steiner y su suite de Lo que el viento se llevó cerrará el octavo programa de abono. Más tibios resultan los programas de Navidad y Semana Santa; desaparece nuevamente el gran oratorio en favor del gazpachuelo.

La música del XX adquiere cierto cuerpo en junio con Orbón, Casella y el reclamo de Rachmaninov. El cierre de temporada promete ser un gran homenaje a Verdi y con la participación del Coro de Ópera de Málaga. También serán recordadas las figuras de Montsalvatge y Britten. Finalmente, destacar la solvencia de batutas invitadas como Michael Sanderling, que ha dirigido las principales orquestas alemanas o Howard Williams y Nicholas Milton, avalados por una abundante discografía.

Despejadas las dudas, la atención se centra ahora en la continuidad del Ciclo Los Clásicos Nunca Duermen, el Ciclo de Cámara, alentado por los profesores de la OFM, así como el Ciclo de Música Contemporánea. Sin embargo, no queda claro si disfrutaremos del Festival de Música Antigua, así como un tema nada frívolo, que no admite discusión, como es la estabilidad de la primera orquesta, a vueltas con el cansino enfrentamiento entre administraciones, de las que tan sólo se espera un obvio ejercicio de responsabilidad.