No fue una corrida habitual por las connotaciones mediáticas que la rodeaban. El hecho de estar José Tomás influyó mucho en la manera de plantearla, en su desarrollo y en la forma de verla. Para empezar, la gente que llenaba la plaza como pocas veces se ha visto el coso de Badajoz desde su inauguración hace 45 años, había venido fundamentalmente por José Tomás. Todo estuvo, por tanto, en función de las evoluciones del mítico torero.

A Padilla le apremió el público en su primero para que abreviara en vista de que el toro no daba mucho de sí. Toro, sin embargo, que apuntó calidad, pero con el que se cebó el picador en el caballo. Un desmedido castigo que se acusó en la muleta.

El toro quería ir por abajo, pero quedándose corto y apagándose enseguida. Padilla no tuvo más remedio que aligerar su labor después de tres tandas por la derecha que no pasaron de lo superficial. Muy motivado por el triunfo que llevaban ya los compañeros, en el cuarto salió Padilla a revientacalderas con larga cambiada en tablas y lances de mucha vehemencia. Esta vez puso tres pares de banderillas en ambiente de clamor. La faena de muleta, con el toro a menos, sin embargo, mantuvo buen nivel, toreando con cadencia, pasándoselo muy cerca, sobre todo en el parón final. Hubo también desplante y espaldinas de rodillas. Lo que se dice Padilla en estado puro. De ahí la oreja pese al pinchazo que precedió a la estocada.

José Tomás. El primero de José Tomás salió corretón, abanto y yéndose suelto, hasta que lo pudo fijar el torero en el mismo platillo, con una especie de medias chicuelinas, de manos bajas, de poco ajuste y mucho gusto. El picador midió mucho el castigo en varas, y aún así flojeó a la salida del puyazo y hubo protestas, aunque más que blando lo que pasaba es que el animal andaba descompasado.

Tomás abrió faena de muleta con tres estatuarios y un recorte con fondo de olés. En las primeras series a derechas el toro perdía las manos por abajo y protestaba por arriba. Así que no apretó Tomás en las dos tandas siguientes. El toreo fue ligado y limpio, pero todavía de poco ajuste. Toro sin ritmo, de poca clase, sin ninguna transmisión, embistiendo de puro trámite. Daba la sensación de que faltaba astado cuando el que se apretó fue el torero, pegándose un arrimón de mucha quietud y despaciosidad.

Toreo en las cercanías a base de muñeca. Dos tandas, una por cada pitón, y las manoletinas finales fueron definitivas para poner ambiente de triunfo. A pesar de que la colocación del estoque no fue buena hubo mayoría de pañuelos para la oreja que paseó.

Pero lo importante de Tomás vino en el quinto, y no sólo por el doble trofeo que logró. Tomás fue la elegancia, la suavidad y el temple, la tranquilidad y, al tiempo, la temeridad. La única manera de cortarle las dos orejas a un toro tan molesto como éste fue esta perfecta conjunción de valores.

Bonitos lances en el saludo y quite por gaoneras como él acostumbra, impávido, vertical y ceñidísimo. Dicho está que el toro no acompañó por su sosería, falta de codicia, por la embestida descompuesta y frenada que tenía y por un desconcertante calamocheo. Aquello parecía imposible.

El mérito del torero fue aguantar en grado superlativo hasta conseguir la continuidad en los viajes. Inmensa torería, con tanto aplomo y lentitud hasta conseguir meter al toro en el canasto. Los derechazos fueron de aquella manera, los naturales, aún de uno en uno, sencillamente inenarrables. Las dos orejas fueron muy celebradas por el torero y su gente, sabedores de que lo de ayer fue algo importante.

El Juli. Julián López El Juli se lució en su primero con el capote en las verónicas de recibo y en un quite por chicuelinas muy bonito, muy enroscados toro y torero.

La faena de muleta fue sobre todo de arrebato, de más entrega que torería. El toro, codicioso, incansable en la embestida, aportó lo suyo. Juli le pegó pases y pases en cadena dejando un poco a lado la elegancia, pero poniendo mucha emoción.

Lo más artístico, los pases de pecho, de mucha usía, echándose el toro por delante de pitón a rabo. Por eso en el inevitable agravio comparativo con Tomás, hubo pañuelos más que suficientes para darle las dos orejas.

El sexto fue toro con muchas teclas, pensándoselo mucho a la hora de tomar la muleta y seguirla. Juli recurrió a la raza, a la suya, se entiende, en una faena de mucho esfuerzo en la que hubo sobre todo alardes muy cerca de los pitones.

Faltó limpieza en la actuación, pero la pasión en el tendido fue total. El estoconazo fue definitivo y así cayeron las dos últimas orejas de la tarde.