Con el ambiente más que enrarecido arrancó ayer la nueva temporada de la Orquesta Filarmónica de Málaga (OFM). El concierto de presentación del nuevo ciclo venía precedido de una tensa semana en la que se ha hecho público el descontento de parte de los profesores músicos de la formación por el escaso número de abonados. Estos días pasados, La Opinión también informaba de una denuncia por acoso laboral interpuesta por el presidente del Comité de Empresa de la OFM ante el consistorio que la forma.

Quizá por ello, el director titular y artístico de la Filarmónica, Edmon Colomer, apareció en el escenario del Teatro Cervantes con visibles síntomas de nerviosismo. Antes de comenzar la primera pieza del programa, Colomer tomó el micrófono para destacar lo «ambicioso» de la nueva temporada, su tercera al frente de la Filarmónica, momento en el que comenzaron a escucharse algunos pitos y abucheos procedentes de un sector del público.

Tras la interpretación de Shéhérazade, suite sinfónica op.35. El mar y el barco de Simbad, del compositor ruso N. Rimski Korsakov, el catalán volvió a dirigirse al respetable para presentar la segunda obra del programa, El aprendiz de brujo, de P. Dukas. Al volverse al atril para tomar la batuta, sus partituras cayeron al suelo, lo que provocó otro nuevo abucheo. El director, rápidamente se volvió y agarró de nuevo el micrófono: «Cuidado que viene el aprendiz de brujo», amenazó en clara referencia hacia los que protestaban.

La OFM vive posiblemente la mayor crisis desde su formación, en 1991. El descontento por los programas de Colomer, unido a que el número de abonados ha descendido cerca de un 50%, tiene tensada la cuerda entre director, músicos y público.