Dicen Santos de Goma en la (brillante) El último de los creyentes que «es más fuerte un solo poeta que una tropa vulgar». El poeta se queda con la mirada perdida, los ojos revoloteando alrededor de algo aparentemente insignificante, hacia más allá de cualquier noción de horizonte se expanden esos ojos cazadores. ¿Por qué escribir si es imposible hallar la palabra exacta? Los títeres decapitados son una fiesta perpetua al calor de la cueva donde nacen las dudas. Las dudas son egoístas, requieren constantemente atención, enrollan sus colas felinas alrededor de los tobillos y, a veces, muchas veces, no hay diferencia entre caminar y bailar. Poeta, qué le vamos a hacer, «el último de los creyentes en la felicidad», por más que su menú consista en Aromas de migas de pan Espuma de callejón Recuerdos de puchero Vapor de agua o nubes lejanas Cazuela de cuento y cárcel Huecos de vino (Lamer en todo caso la tinta de los dedos) Y de postre Lo que haya quedado suspendido en el aire Entre polvo negro y humo de tabaco De aquel cuerpo.