¿Qué le parece la nueva ubicación de la Feria del Libro en el Palmeral de las Sorpresas. ¿Crees que beneficiará a la venta?

El nuevo entorno es, desde luego, sugerente, pero me preocupa que no es un lugar de paso. Hay que ir expresamente al Palmeral, y eso puede hacer perder clientes. Ojalá me equivoque.

¿Qué opina sobre la Feria? ¿Qué cambiarías y qué dejarías tal cual?

La Feria la entiendo como una gran fiesta del libro, y en ese sentido la veo necesaria en tanto suponga una ocasión festiva y estimulante para compartir el placer de la lectura, para sincronizar energías y descubrir propuestas. Ofrecería más autores de fuera de nuestra ciudad, más debates, más tertulia.

¿Qué es lo que le gusta de una feria de libros? ¿Buscas? ¿Deja que le sorprendan?

Siempre busco, ante todo, la sorpresa.

El último libro que ha leído.

El olvido de sí, de Pablo D´Ors.

El libro favorito que siempre recomendaría o recomienda.

Pedro Páramo, de Juan Rulfo (prosa), y Animal de fondo de Juan Ramón Jiménez (poesía).

Una visión particular del libro digital. ¿Lo utiliza?

¿Cómo cerrar la puerta a cualquier camino de lectura, cualquiera que sea? Pero no, no lo utilizo, ni me estimula. Adoro el papel, no lo puedo evitar.

¿A qué se debe la crisis del libro?

La ausencia de lectores voraces y exigentes que socialicen su pasión más allá de su intimidad.

Como profesor, ¿cómo percibe la relación entre los jóvenes y los libros? ¿Ha notado variación y aumento/descenso de lectura entre ellos en sus años de docencia?

Es una relación problemática. La lectura exige siempre un pequeño esfuerzo de partida, y los jóvenes buscan placeres inmediatos, sensaciones rápidas y envolventes relacionadas, fundamentalmente, con lo audiovisual. Y no estoy del todo seguro, en ese sentido, que sean positivas las campañas de fomento de la lectura tal y como se suelen concebir. Estamos quitándole al libro su factor de elemento prohibido y joven en sí mismo, y eso hace que el joven lo vea como algo que le imponen los mayores. En cuanto a un libro lo rodea el morbo, el joven sí va a por él. Grey es un ejemplo. Hagamos de Baudelaire un poeta morboso, no una lectura solemne. El joven desconfía de lo solemne y lo institucional.

Por último ¿está enfrascado en algún libro o poemario?

Por ahora, toca silencio.