Hace hoy un año recibí un mensaje bajando del escenario de las fiestas de San Isidro en Madrid, que me lanzaba la propuesta de escribir sobre la vida y milagros de un servidor. Víctor A. Gómez, encargado de las páginas de Cultura de esta casa, y su esposa, Karenn, habían disfrutado más de una vez con mis peripecias que les contaba tras una entrevista, o en pleno centro caña en ristre y tuvo la idea: ¿Sería capaz de darle forma a todas esas historietas en un formato de artículo semanal? Uno de mis sueños se vería cumplido y, encima, estas paginas actuarían como talismán, porque a partir de ahí no he parado ni me ha faltado de qué hablar hasta el día de hoy; eso sí, la mayoría de historietas se quedan para el off the record porque nos chaparían la imprenta.

Por aquí ha pasado la historieta famosa de la palmera de chocolate en El Pinillo, el despertar en casa de universitaria -padres incluidos-, amores en el camino rociero rockero, odas a las camareras, los bares, los amigos, la agenda zurda, mis primeros pinitos con el teatro, mis aventuras madrileñas, mis musas varias y mi debilidad por la belleza, mi pasión por mi ciudad, mi familia, las croquetas y la Faraona, mis comienzos, mi lengua desatada contra los políticos, banqueros, los mediocres -creo que es la palabra que mas sale en los artículos-que campean por aquí, mis encuentros con artistas de gran calado y el poder interactuar con ellos -desde Ariel Rot, Raimundo Amador, Candy Caramelo, Niño Bruno y Diego García, de la banda de Calamaro, Rubén Pozo, de Pereza, Cifuentes, de Burning, Marcelo Champanier, Claudio Gabis, Ismael Romero, John y María Parsons, Miguel Ríos, Fernando Martín...-.

He tocado palos surrealistas como convertirme en un sucesor del Papa muy malagueño, donde las homilías las daría desde el balcón de La Canasta en la plaza de la Constitución torrija en mano: los reyes magos andaluces, un testamento zurdo sin desperdicio... También, por desgracia, amigos ausentes y golpes vitales. Siempre presentes como compañeros de mis aventuras Adolfo Caimán y los Sureños, Marta, Judith, Fabrizzios... Disculpen los olvidos, que no cabemos, pero os quiero a todos; sois partes de párrafos diarios de mi vida insustituibles. Y, cómo no, mis Vicios Caros, cada vez mas grandes y cada vez más contentos con todo lo que nos esta pasando.

Soy un privilegiado por poder tener la confianza en esta casa de tener una entrevista semanal conmigo mismo con la carta blanca por delante. Gracias, Víctor, por tu locura y amistad, a mis ávidos lectores que todos los martes esperan que les saque la sonrisa con el primer café de la mañana. También quiero mandarle un abrazo al resto de amigos colaboradores, Vicente Ortiz, Cristina Consuegra, Omar Janaan y José Gallardo, que me hacen querer superarme con cada texto por lo menos para llegarles a la rodilla. Y Karenn, que viva el rock & roll.

Y qué mejor manera de celebrar el primer aniversario de esta columna con otra muesca más para el rifle de la locura: desde Murcia y más concretamente, desde un locutorio ecuatoriano al lado de la estación les escribo estás líneas. ¿ Que qué hago aquí? Pues presentarme sin avisar al cumpleaños de mi musa murciana, a la que conocí hace menos de un mes en el concierto que dimos con Fernando Martín. Me dicen que lo que hago es una locura, pero yo pienso que la locura sería no hacerlo. Un beso, reina; vales mil y un viajes adonde quiera que estés. Vida y milagros de un zurdo...