Cuando España vivía su realidad de color gris franquista, Torremolinos era el puerto en que atracaba la modernidad de todas partes del mundo. El sol, la fiesta y la alegría convirtió aquel pequeño pueblo de pescadores en una vía de entrada de algunas de las tendencias culturales más cool del momento, un pequeño vergel de libertad en un desierto de represión y aburrimiento. Para recordar y poner en valor el legado de una época y un lugar, José Luis Cabrera y Lutz Petry crearon hace justo diez años la publicación online Torremolinos Chic -www.torremolinoschic.com-, que ayer celebró el aniversario a lo grande en La Térmica con una exposición, Hijos de Torremolinos, que testimonia con un buen puñado de fotos el momento más dulce y rompedor de una localidad que conserva su leyenda.

Como aseguran los expertos en algo que bien podríamos denominar la mitología torremolinense, los poetas del 27 y artistas como Dalí ya visitaron las playas y los bares del pueblo en los años treinta; sin embargo, fue en los 50, 60 y 70 cuando el poder de atracción de la localidad llegó más lejos, dejando instantáneas para el recuerdo: Anthony Quinn soplando el saxo junto a la banda del hotel Pez Espada -un establecimiento que da para una exposición monográfica-, Kirk Douglas asistiendo a una noche de diversión en la discoteca Tiffany´s, Ava Gardner buscando la nocturnidad más alevosa en los locales de moda... Torremolinos no era un pueblo; era una fiesta por la que pasaban todos, absolutamente todos: Rita Hayworth, Brigitte Bardot, Raquel Welch.... Todos. Lo vivió Pedro Olea, director de Días de viejo color (1967), rodada en la zona costera: «Es una película bastante autobiográfica que cuenta las historias de una Semana Santa en Torremolinos, con las prohibiciones en los locales que no se abrían hasta el Sábado de Gloria, en los que se formaban grandes colas. Para mi sirvió como enfrentamiento con una realidad maravillosa, con un ambiente mucho más permisivo que en otras ciudades», destacó el realizador, presente ayer en la celebración.

Lutz Petry y José Luis Cabrera, los artífices de Torremolinos Chic, siguen creyendo que Torremolinos «es algo más que un destino veraniego» y que el fenómeno turístico del pueblo «excedió lo meramente económico, para englobar otros aspectos, sociales, culturales, artísticos, ideológicos...». Y están convencidos de que aquello es un «patrimonio inmaterial», un testamento que debe ser conocido y celebrado quizás también como acicate para que, quién sabe, quizás en algún momento se den las condiciones para que pueda vivirse una explosión como aquella.

@victoragom