Desde el prólogo, su libro está impregnado de una filosofía muy zen y diría que hasta un poco15-M. ¿Son ustedes una rara avis entre los directivos o la gran empresa está llena de ejecutivos indignados?

[Risas] Yo he sido una persona muy autocrítica toda la vida, incluso antes de la crisis. Creo que la autocrítica y la creatividad innovadora es la mejor forma de innovar. En cuanto al espíritu zen, empecé a practicar judo a los 15 años, fui campeón nacional y a los 27 años llegué a presidente de la federación española. Estuve mucho en Japón y tenía varios amigos allí. Siempre me ha gustado la filosofía oriental.

¿Ve en el mundo empresarial muchos planteamientos de este tipo o más bien no?

Empieza a haber más de los que había. Como decimos en el libro en la motivación hay varios escalones. Cuando superadas tus necesidades, logras el reconocimiento y te diviertes con lo que haces, empiezas a preocuparte por cómo repercute eso que haces en la vida de los demás. Para alcanzar la felicidad hay que intentar cumplir todos los escalones. En crisis hay momentos en que uno tiene que centrarse en achicar el agua de la balsa antes que marcarse un rumbo mejor, pero los que achican el agua es porque antes no lo han hecho tan bien, aunque la crisis nos ha afectado a todos. Las empresas con políticas sociales y un buen clima laboral, valen en la lista Fortune un 50% más que las que no las tienen. Una buena motivación de los empleados puede mejorar la productividad de la empresa un 40%.

La mayoría de los empleados le darían la razón, pero quienes aún trabajan asumen una mayor carga, ¿cree que es posible que esta filosofía cale?

Las mejores empresas del mundo valoran muchísimo su buen clima laboral y el compromiso de los trabajadores, que es fundamental para ejecutar la estrategia. Hay que mejorar la productividad y la competitividad y eso se hace con tecnología y compromiso. Algunas empresas tienen problemas financieros pero a medio y largo plazo tienen que plantearse modelos mucho más modernos y eficientes que se han aplicado en otros países de Europa con éxito.

¿Qué hay de los horarios, un tema muy debatido?

En el libro hablamos de la innovación social, que es teletrabajo, la interactividad, la conciliación laboral y personal, pero esto no quiere decir que las exigencias bajen, todo lo contrario. En Repsol hay más de 1.000 personas teletrabajando, están más motivadas, su compromiso es mayor y su productividad también. Pero también tienen que ganarse esa confianza. El compromiso no se demuestra con la presencia.

¿Se convertirá España en un país con la jornada continua?

Habrá distintas alternativas. No me extrañaría una jornada continua de siete y media de la mañana a las tres de la tarde y con cierta disponibilidad por la tarde. Lo que más valoro de mis colaboradores es que si hay un problema, le den solución inmediatamente y luego soy flexible si tienen que estar tres horas dedicados a cuestiones personales. Lo importante es estar conectado, informado y tomar decisiones.

¿El liderazgo de ordeno y mando realmente está desapareciendo?

Yo lo he visto claramente y fui presidente de la federación de judo, trabajé 17 años en Ford, que es una empresa muy dura para trabajar, y he estado 20 años en Repsol... Creo que el líder más fuerte y el que tiene más poder es el que convence a los demás y les compromete. El miedo nunca es una vía para ejercer el liderazgo, lo que no quiere decir que no funcione a corto plazo y en ciertos ámbitos de empresa personalista pero no a largo plazo. Sería malo a largo plazo que personas de este estilo ejercieran el poder mucho tiempo.

Le voy a pedir que se moje un poco: ¿Qué le parecen como líderes Rajoy, Rubalcaba, el presidente de la patronal, los máximos representantes de los sindicatos?

Ha habido un liderazgo demasiado personalista, donde se han valorado mucho el amiguismo y poco los resultados, la experiencia y la visión internacional de nuestros líderes. Debería haber un plan para ahorrar 70.000 millones de euros en gasto público de diputaciones, empresas públicas, asesores… Porque ese dinero hace falta para emprender, crear nuevos puestos de trabajo y crear valor en el PIB. Hay empresas profesionales, como Inditex y Repsol, con un liderazgo internacional que han sabido trabajar fuera de España. En la política hacen falta líderes en esa línea, con más internacionalidad, más idiomas y currículo.