«Un amigo así», la decimotercera novela de Martín Casariego (Madrid, 1962), es una historia de fraternidad y traición con una ambientación poco usual: las laderas del Mont Blanc, cuya cima tratan de alcanzar dos hombres unidos por una de esas amistades perdurables fraguada en la juventud.

¿Por qué elige un entorno y una actividad tan poco usual en la literatura?

Porque era el indicado para la historia de amistad que quería contar. Cuando dos escalan juntos, por seguridad suelen hacerlo unidos por una cuerda; la vida de uno se pone en manos del otro. ¿Qué mejor imagen de la unión, de la confianza? Y creo que precisamente ése es uno de los atractivos de esta novela: que es muy distinta de la mayoría, que sorprenderá por muchas cosas a quien la lea. Creo que ningún lector pensará: «Esto ya lo había leído».

¿No le parece ya una situación bastante dramática la de un montañero con una fractura en el Mont Blanc, bajo una tormenta, como para que su compañero se ponga a leerle un periódico y además alemán?

Enunciada así esa pregunta, parece una situación traída por los pelos... El periódico es alemán porque Lucas es profesor en la Universidad de Ulm, y una colega quiere que lea un artículo que aparece en él. Es lo que tienen a mano en ese momento, y José escucha para intentar distraerse y huir del tiempo. Y Lucas lee precisamente para no hablar, porque éste es uno de los círculos alrededor de los cuales gira la novela, hasta qué punto hay que hablar o callar... Pero bueno, usted ya lo sabe porque ha leído la novela. Y lo del Mont Blanc tampoco es casual. Allí, en el corazón de Europa, nace el alpinismo, en el siglo XVIII, como un invento más de la Ilustración. No podía haber nacido en otro sitio.

Pese a ese escenario de dos alpinistas envueltos en una tormenta de nieve que parecen fuera de este mundo, hay dos asuntos muy de ahora. Uno es la primacía de los periódicos, lo que uno de sus personajes llama el resumen «de un día de la historia de la humanidad», frente a cualquier otro medio. ¿Hace suya esa defensa?

Los periódicos siempre han sido muy importantes en mi vida, los empecé a leer de niño y sigo haciéndolo ahora. Son un logro impresionante, tanto técnica como culturalmente. Pero nos hemos acostumbrado a quitarles valor, porque son muy baratos, el de la víspera ya no nos interesa, estamos tan acostumbrados a ellos... Y me preocupa que desaparezcan, porque aunque yo también los leo en internet, no es lo mismo. Internet es más variable, tiene menos poso, las noticias cambian de sitio, de categoría... «Un amigo así» es, entre otras muchas cosas, un canto a los periódicos de papel y un lamento por su posible conversión en un objeto raro.

En contra de los apocalípticos de la prensa escrita, en su libro abundan elogios como que un periódico «no es inferior ni menos noble que el más bello de los poemas» o que «los periódicos son una prueba del éxito de nuestra cultura». ¿Ésos son los reconocimientos de un lector?

Sí, yo pienso eso. Y los apocalípticos piensan que pueden desaparecer totalmente, no que no tengan valor... Sería un empobrecimiento muy grande para la sociedad. Yo creo que la prensa en papel no se extinguirá, pero ocupará un espacio menor y, posiblemente, privilegiado, y será leída por unos pocos.

Sus personajes se mueven a contracorriente cuando se proponen vivir ajenos a la ansiedad de lo inmediato que imponen las nuevas tecnologías. ¿En eso también hay una prolongación del autor?

Sí. Cito un fragmento de la novela: «Albert Frederick Mummery encontraba inconcebible la prisa, la velocidad, establecer récords de tiempo en las escaladas. Seguramente a Mummery tampoco le agradaría esa avidez por lo inmediato. ¿Cuánto faltaba para que empezaran a decirnos según informaciones de último minuto?, se decía José con sorna». Es uno de los problemas de internet, de las redes sociales, de los teléfonos móviles. Queremos estar informados constantemente, y eso crea ansiedad, y hace que el conocimiento sea más superficial, porque al saltar constantemente de un sitio a otro se pierde el tiempo necesario para reflexionar... Yo intento evitarlo, pero caigo en ello como cualquiera, claro.

En el clima de la novela se aprecia una apuesta por las cosas esenciales de la vida. ¿Cuáles son para Martín Casariego?

Las que no han cambiado. Las que preocupaban a los griegos y a los romanos. De eso trata la literatura, de los temas eternos... Vistiéndolos de manera diferente. El amor, la muerte, la lealtad, la traición, la soledad, el poder? Lo único que sabemos con seguridad es que vamos a morir. Y al vivir descubrimos que necesitamos querer y ser queridos. Todo empieza y termina en estas dos cosas tan simples.

El mundo editorial se enfrenta también a cambios profundos en sus soportes. ¿Cómo considera que pueden afectar al autor?

Si se sigue haciendo la vista gorda al pirateo, de manera muy negativa. Hay mucha gente que no roba el pan o que no va a 200 kilómetros por hora porque le perseguiría el panadero o porque le caería una buena multa. Mientras descargarse todo gratis salga gratis, mucha gente lo hará. Y eso va a arruinar el mundo cultural. A los autores, a las editoriales... Y nuestra sociedad se empobrecerá espiritualmente a medio plazo. Si se pone coto al abuso del pirateo, será fantástico poder disfrutar de libros en papel y libros digitales, más baratos aún. Porque eso de que los libros son caros es una gran mentira. ¿Caros? ¿Comparados con qué? La otra forma de frenar el pirateo es la educación, una batalla que nunca hay que dar por perdida. Y por supuesto, internet tiene muchas ventajas para un escritor. Me ha ayudado para documentarme, y he hecho una página web, unamigoasi.com, con fotografías y comentarios sobre la novela, que pueden resultar interesantes para los lectores.