Filarmónica de Málaga

Teatro Cervantes

Solistas: Daniel Zapico, tiorba y Pablo Zapico, guitarra barroca

Director: Aarón Zapico

El Festival de Música Antigua celebró en el Teatro Cervantes su concierto de clausura de la mano de la OFM, organizadora de estos encuentros musicales. Seis conciertos, para ésta última edición, en los que se ahondaba en las influencias entre lo popular y lo culto; los grandes referentes de las escuelas alemana, italiana e inglesa; citas indispensables con Haendel, Vivaldi, Telemann, Purcell y como no Bach; y finalmente, las influencias de Iberoamérica como centro de atención de este siempre revelador ciclo. Festival que, incomprensiblemente, cae de la agenda para la temporada próxima abandonando un espacio que creíamos consolidado, como el propio Ciclo de Música Contemporánea. Estos recortes bien debieran movernos a una reflexión sobre el papel que debería asumir la OFM en la sociedad malagueña. Mientras que su destino sea decidido por una casta política ajena al público aficionado, difícilmente podremos mantener la institución. En todo este juego, los aficionados tienen un deber inexcusable opuesto a esa indolencia que impregna todo lo que rodea a nuestra orquesta.

La escuela alemana fue la protagonista del último programa, con una doble vertiente como es la culminación del barroco como arte; y en segundo lugar, su extensión fuera de los dominios palaciegos para extenderse hacia un público cada vez más amplio desde una perspectiva festiva. Para ello nadie mejor que un Telemann retratista como prueban su Suite Alster o la Suite Tragi-Comique, interpretadas por la OFM en la primera y segunda parte del concierto. Este componente lúdico lleva al prolífico compositor a recurrir a toda una suerte de efectos contrastantes que tienen en la danza un elemento de cercanía hacia capas más amplias de la sociedad.

Por su parte, la OFM sorprendió al auditorio con una interpretación impecable, plena de color y contrastes, una inspiradísima emisión gracias al temple de los vientos, especialmente los metales, destacando ese sentido de júbilo. Una profunda lectura por parte de los profesores de la Filarmónica, con la concertino en el primer atril, donde las cuerdas, lejos de esas acostumbradas lecturas lineales, apostó por los juegos de tiempo aportados por la inspiración de Aarón Zapico. La guitarra barroca y la tiorba de Daniel y Pablo Zapico aportaron densidad estética al concierto, traspasando el sentido historicista para subrayar el virtuosismo técnico que recorrió todo el programa.

Lectura impecable define el broche del concierto de la mano de Haendel y su Música para los Reales Fuegos de Artificio. Hemos escuchado muchas veces a la OFM esta página, pero la dirección musical y el talento del maestro Aarón Zapico provocaron ese momento tan deseado donde la música llega a lo más profundo del oyente. Un concierto único, difícilmente repetible donde la OFM, una vez más, dio lo mejor de sí en la batuta del genio Zapico. La música como arte se impuso.