Doce de la mañana, cuatro horas de sueños repartidas en un par de días, el sitio, la mítica sala de ensayos capitalina Tablada 25 donde se gesto toda la movida cientos y cientos de grupos y proyectos, el estado de ánimo, por los suelos, Rubén Pozo me acaba de llamar disculpándose por no poder venir al concierto del jueves en Málaga con los Vicios Caros, que en un rato nos vemos y me explica, delante mía, un grafitti del mítico Muelle y como no Fernando Martín y los Sureños ya listos para empezar los ensayos generales. Un par de temas de contacto y golpea la puerta nuestro Makoki, detrás de el un tal Rosendo Mercado que toma posiciones tras repartir varios abrazos de gol a todos los músicos advirtiendo con mucha guasa que el no está acostumbrado a tocar con tanta gente, humilde y tímido, comienza a entonar «Esto no es américa» el estado de ánimo, como un cohete hacía la luna, al rato salgo por una cerveza y me encuentro con otro amigo Niño Bruno que andaba recogiendo trastos por allí, el batería de los Elegantes se tomaba un cortado y el maestro Romero entraba por la puerta de riguroso negro. En pleno solo de «tan alto como nos dejen» compruebo que a mi izquierda anda Rubén Pozo apoyado en mi ampli meneando sus rizos a ritmos de guitarrazos, abrazo de gol y todos ensayamos la mítica Flores Muertas de los Rollings, para mi la mejor versión en español, me comenta el percance de no poder venir a mi concierto pero como es un tío grande me dice de hacer un video para los fans y poniendo fecha para sacarse la espina de tocar conmigo el 8 de noviembre en la sala Toulouse.

La suerte ya estaba echada y tras una noche de las que recordaré para toda la vida por las risas y el buen ambiente de la banda ante semejante evento tocar afrontar la odisea del día D.

La implicación de una banda que va a por todas no solo se muestra en el escenario sino en el sacrificio y el trabajo que han demostrado con creces, todo el día a pico y pala, parejas, amigos y músicos, que no faltara ningún detalle, solucionando problemas de última hora, sin malas caras y con una positividad a prueba de parásitos de la moral, se pudo llevar a cabo todo a pedir de boca.

A las ocho de la tarde la calle Galileo era un hervidero de gente haciendo cola, lleno absoluto en la mítica sala, donde mareaba ver a tanto bueno colgado en sus paredes, un templo del arte madrileño, camerinos a rebosar de locura, nervios y todo preparado para comenzar el show. La ovación de salida fue tremenda ver toda la sala repleta hizo olvidarme que aquello se estaba grabando y desconectamos todos el chip de la concentración y la cara de acelga por el de disfrutar del sudor y el directo sin trampa ni cartón, ese fue el truco para meternos al público en el bolsillo con una banda que no para de disfrutar y reírse en el escenario, que trasmite una energía tremenda, buen sonido para arropar al gran Fernando que ya era hora que tuviera una noche como lo que se merece, la gente jaleando y cantando hasta la última coma de sus canciones, los invitados todos tremendos, Urrutia un super clase, con el cual disfruté de una post concierto brutal, Rubén se partió el alma con su guitarra al igual que Romero, Platos Rotos dándolo todo, Manu Clavijo con su violín nos puso la piel de gallina, Lou Garx a las voces impresionante y la ovación cerrada de Rosendo y la explosión del público cuando llego el momento de decir «Nací en Carabanchel» uno de los momentos más emotivos de mi existencia, el resto, ya os podéis imaginar la celebración duró un par de días más, el Rock and Roll te devuelve lo que le das y conmigo está siendo muy generoso, ahora me toca a mi poner la guinda a estos meses de locura, nos vemos este jueves en el teatro Echegaray con los Vicios Caros.