Los hombres no mienten, obra del dramaturgo Eric Assoud galardonada el pasado año con el Premio Molière en París a la mejor pieza teatral, habla de la infidelidad. ¿Es un tema universal?

La infidelidad jamás se acaba. Assoud es uno de los mejores autores jóvenes que hay en Europa, juega mucho con el público. La infidelidad de una manera u otra la conocen muchas parejas, la gran mayoría diría yo, y el público se siente muy identificado. Es una comedia glamurosa, elegante, que huele a champán... Tiene un diálogo muy inteligente y unas situaciones muy divertidas.

Usted siempre se ha decantado por la comedia. ¿Se arrepiente?

No, por favor. El drama es un coñazo muy grande. La comedia es el género mas difícil de interpretar por eso existen muy pocos actores que sepan hacer comedia. El drama es my fácil. Di el diálogo, pon la cara seria y ya te sale. La comedia necesita un don muy especial, una flexibilidad y un dominio de la escena que no se tiene en el drama. Por eso mi trayectoria es la alta comedia.

¿Le molesta que le sigan considerando el prototipo de dandy español?

No, la educación jamás molesta, molesta la ordinariez, la chabacanería y eso es muy común en nuestros días.

¿Cuesta mucho como empresario sacar adelante un montaje teatral en estos momentos?

Pues en todos los momentos. En el teatro siempre hubo éxitos y fracasos. Yo llevo ya 53 años con mi propia compañía y conozco muy bien el gusto del público, lo que espera de mí. Entonces es muy difícil fracasar en una comedia. Lo que soy, poco o mucho, se lo debo al público e intento que lo que hago sea mejor a lo anterior. Nunca el público sale defraudado de una comedia que yo interprete.

¿Cree que tal como está España se necesitan más comedias y menos dramas en el teatro o es el momento de que haya contenidos más sociales?

El teatro depende del autor. Y actualmente hay escasez de autores en España, que duda cabe. Si sale un autor, pues la televisión procura llevárselo. En mi juventud existían unos autores verdaderamente importantísimos. Pero es algo en el mundo entero, no hay esa capacidad, esa inteligencia que desarrollaban los autores. Por supuesto que queda alguno, pero no hay todos los autores que uno desearía.

Se habla mucho de la repercusión del IVA en las artes escénicas. ¿Usted es partidario de que el ministro Wert revise esa subida?

Yo siempre acepto lo que decide un gobierno para eso lo hemos votado, yo lo he votado, y por lo tanto creo que tiene personas de mucho talento para saber si efectivamente la subida del IVA es contraproducente o no. Si lo han decidido así tienes que aceptarlo, como en el anterior gobierno he aceptado los desastres que estamos padeciendo ahora. Por supuesto que el IVA se nota, pero sobre todo se nota una crisis en el espectador. Yo no he subido el precio de las entradas para no agravar el problema. Pero hay que aceptar lo que decide un gobierno. Si se equivoca lo rectificará y si no, pues es que tiene razón.

Pero la medida ha levantado muchas quejas.

Aquí nos quejamos absolutamente por todo, sobre todo en mi profesión. Yo que jamás he pedido una subvención puedo hablar muy alto. Yo no pongo el cazo para ver qué me cae como la mayoría. Yo voy a taquilla, si el público tiene la amabilidad de venir a verlo mejor y si no, es porque no intereso. Estamos acostumbrados a subvenciones, bueno pues también tendría que tenerla un albañil o un taller mecánico, no solo nuestra profesión.

Dice que la moraleja de la obra que representa es que «ninguna verdad está exenta de peligro y ninguna mentira carece de consecuencias». ¿Podría aplicarse a la vida en general?

Pues sí. Es una comedia muy real. Muchas veces hay que mentir, hay mentiras piadosas. Los hombres mentimos muy mal, damos muchas explicaciones y ahí te pillan. No sé si en otros ámbitos es igual. En la política no entro. Los políticos unos aciertan y otros no. Sí, mienten a veces, pero muchos veces es conveniente mentir, porque cuando estás en la oposición es muy fácil ver los defectos del gobierno pero cuando gobiernas a lo mejor no eres dueño de ti mismo, hay otras cosas importantes que se ignoran y no cumplir determinadas cosas.