Una tarde de domingo de 1935, el joven Félix Revello de Toro, con apenas nueve años, aprovechó que su padre salía a tomar café para adentrarse en su despacho y copiar una lámina que reproducía el Cristo de Mena. Tal era ya el talento del niño que, a su vuelta, el padre comenzó a preguntarle por qué había sacado la imagen del marco, cuando lo que éste miraba era la creación de su hijo.

Este primer dibujo del pintor malagueño es una de las once obras que forman la exposición Primeras Obras (1935-1949), inaugurada ayer en el museo que lleva su nombre y que profundiza en los años de infancia y de juventud de Revello de Toro. Se trata de «un noble reencuentro entre la pintura de mis comienzos y la de hoy», en palabras del propio autor.

La muestra, que podrá visitarse hasta el 12 de enero de 2014, ofrece obras desconocidas por el gran público, que permiten al visitante acercarse a la etapa de formación del artista malagueño como dibujante y como pintor. «Se trata de retratos que, lejos de difuminarse, recobran hoy nuevos contrastes», apuntó ayer Revello de Toro, reconociendo que todos ellos tienen «una carga emocional» que pervive en la actualidad.

El director de la pinacoteca, Elías de Mateo, también comisario de la muestra, resaltó que a muy temprana edad las cualidades y dotes excepcionales de Félix Revello de Toro llamaron la atención en el mundo cultural de la ciudad de Málaga. Primeras Obras (1935-1949) muestra dos obras de su época escolar en los Maristas y los Jesuitas cuando realizó el dibujo del Jesús del Gran Poder, de 1938, y óleos como el pequeño bodegón Rosas, de 1940, con el que ganó, con solo 13 años, el premio Nogales, convocado por la Diputación. En él aparecen ya unas dotes extraordinarias para las naturalezas muertas con una utilización muy madura de la luz, de los brillos plateados y una pincelada suelta y certera, ha subrayado De Mateo.

La pintura religiosa está presente también en su etapa juvenil como creador, y de esta temática se puede contemplar en la muestra La Verónica enjuga el rostro de Jesús, una obra de 1948 realizada para la Hermandad de Viñeros, que resuelve casi como si fuese un boceto.