Los días 13, 14, 15, 20, 21, 22, 27, 28 y 29 de diciembre Dani Rovira regresa al Teatro Alameda para ofrecer su espectáculo ¿Quieres ayudar conmigo?, cuya recaudación irá destinada a una decena de ONG y asociaciones (Ángeles Malagueños de la Noche, El Asilo de los Ángeles, Alfarala, Jomad, Protectora de Animales, Amappace, Avoi, Síndrome de Down, Málaga Acoge y Proyecto Investigación Leucemia Infantil). Como el año pasado, el lleno de cada una de las funciones está asegurado; en pocas semanas se han despachado más de 5.000 entradas. Rovira, que pronto se estrenará en la gran pantalla en la comedia Ocho apellidos vascos, de Emilio Martínez Lázaro, se siente orgulloso de la solidaridad de sus paisanos.

¿Sigue pensando que el compromiso con la gente más necesitada es una obligación en los tiempos que corren?

No es algo que haga para que el resto de personas se lo tomen como una obligación, y mucho menos para la gente de mi profesión. Pero yo me miro a mí mismo y con la educación y la moral con la que he crecido y, sobre todo, en el momento en el que estoy y la situación privilegiada en la que me encuentro, y creo que para mí sí es una obligación como ciudadano, como malagueño y como artista. Y me repito: no lo exijo para nadie más. Bien es verdad que, además de lo que se pueda recaudar, ya sentí el año pasado que este tipo de actos crea una especie de efecto contagio. Y si se contagia esta actitud, pues mucho mejor.

También es cierto que recibe mucho. El año pasado declaraba que fue maravilloso lo que sintió durante estas funciones.

Totalmente. El concepto altruista no existe porque no creo que no recibas nada a cambio. El año pasado, además del cariño del público, recibí el cariño de cada uno de los miembros de las asociaciones y de estas personas que viven una realidad más marginal, ya sea a nivel social o de salud. Y recibí muchísimo. Recibí tanto que creo que incluso estaba descompensado ente lo que yo hice y todo lo que me devolvieron. Es una sensación muy bonita. Que te hace dormir muy tranquilo. Ayer mismo [por el miércoles] tuvimos una reunión y fue muy bonito que me contaran cada una de las asociaciones en qué invirtieron el dinero que se recaudó. De hecho, un par de ellas me confesaron que si no llega a ser por este proyecto que hicimos el año pasado hubieran tenido que cerrar o plantearse medidas muy drásticas. Así que imagina la satisfacción que uno se lleva al poder haber echado un cable en ese aspecto. Eso no está pagado, desde luego.

Y no parece que la situación vaya a cambiar mucho, aunque ahora la consigna de los de arriba es decir sin descanso que la crisis es cosa ya del pasado...

Pues me gustaría que fueran al Llano de la Trinidad una tarde de éstas y que le dijeran a la gente que ya no vaya a por comida porque la crisis se ha acabado. No quiero opinar sobre los políticos. Mi mensaje es un poco más positivo e intentar contagiar a la gente de a pie. Porque vamos a salir de esto gracias a la solidaridad de la gente de a pie. Ya el año pasado se comprobó que los malagueños son muy solidarios. El malagueño de a pie está fastidiado, cabreado con los de arriba, pero el malagueño es solidario. Y es en ellos en los que tenemos que confiar. Porque si tenemos que confiar en los de arriba, estamos apañados.

¿Cómo ha sido su incursión en el cine junto a gente como Clara Lago, Carmen Machi y Karra Elejalde, entre otros, y sin tener experiencia previa?

De una manera muy casual, dos directoras de casting, Yolanda Serrano y Eva Leira, dos ángeles bajadas del cielo, vinieron a verme a una función y me llamaron para hacer una pruebas para la película de Martínez Lázaro. No había hecho cine en mi vida y de repente me encuentro participando en la que ojalá sea una de las mejores comedias del año que viene.

¿No le temblaron las piernas?

Sí, mucho acojone y respeto. Pero creo que todo salió muy bien, en parte, por algo que va mucho conmigo, que es la inconsciencia. Lo afronté todo tal y como vino, con los ojos muy abiertos y empapándome de todo.

Una película en la que encarna a un sevillano que se hace pasar por vasco para ligarse a una chica.

Así es, en ningún momento de la película hablo con mi acento. Ha sido una experiencia mágica y armoniosa. Tanto que no me lo creía. Lo he disfrutado mucho.

¿Y cómo lleva su personaje esa dualidad vasco andaluza?

Bueno, se juega mucho con ello, pero se trata de una manera muy blanca. Sí que es verdad que se meten muchos guantazos finos tanto al País Vasco como a Andalucía, pero desde la comedia elegante. Al final no deja de ser la historia de un chico andaluz que se enamora de una vasca. Son más las cosas que nos acercan que nos separan, pero sí que se dan situaciones muy divertidas.

Que se estrenara en el Festival de Málaga Cine Español sería la bomba...

Bueno, todavía no se sabe. Se habla de que la fecha de estreno podría estar entre mayo y junio, pero también está sobre la mesa que se estrene en el Festival de Málaga. Imagina lo que sería para mí: no sé qué habría más después de estrenar mi primera película en mi ciudad. Quizá la eclosión del universo...

También ha prestado su voz a un personaje de Lluvia de albóndigas 2. ¿Cómo ha sido la experiencia?

Ha sido muy bonita. Fue un trabajo más breve, pero la oportunidad de poner la voz a un personaje animado ha sido muy divertido. Es la película a la que vas para llevar a tu nene pero que después te deja con la cara partida. Es la manera más cercana que he tenido de ser un dibujo animado. Una flipada.

Y para rematar, actualmente se encuentra inmerso en la grabación de B&B, de boca en boca, una serie sobre una revista de moda en la que ha coincidido con Fran Perea.

Así es. Otra experiencia más. Fran Perea y yo tenemos la gran mayoría de las tramas juntos. El reparto es enorme, con Belén Rueda, Gonzalo de Castro, Macarena García, Luisa Martín... Es una locura y nos lo estamos pasando muy bien. Mi personaje se llama Juan y es el becario de la redacción de la revista. Es un personaje que en parte se parece bastante a mí: es un tío inocentón que cree en la bondad de las personas, muy enamoradizo y que a la hora de decir lo que piensa no tiene filtros. Y por eso se convierte en un personaje muy cómico y al mismo tiempo con mucha ternura.