Como se siente fuera de juego en el mundo del cine, José Luis Garci se ha centrado en los últimos años en su primera gran pasión, la escritura. El éxito de su penúltimo libro, «Noir», ha sorprendido a la propia empresa, que ya prepara la tercera edición. En febrero también saldrá a la venta «Soccer days», una visión muy personal sobre otra de sus aficiones, el fútbol. Nacido en Madrid el 20 de enero de 1944, a sus 69 años José Luis García Muñoz se ha convertido, como tantos, en un cinéfilo hogareño que recuerda tiempos mejores

Usted nunca ocultó que le gustaba el fútbol, ni cuando estaba mal visto en ciertos ambientes.

Las élites culturales decían que era algo reaccionario. La izquierda pensaba que el fútbol era un opio para el pueblo, algo terrible. Es absurdo, porque en todos los países democráticos había fútbol. Sin ir más lejos, en Inglaterra, que aparte de inventar el fútbol organizó el Mundial de 1966, que fue un éxito de comunicación porque por primera vez se televisaron los partidos en directo. Se instaló el disparate de que a los que nos gustaba el fútbol éramos sospechosos de no se sabe qué. Era algo propio de El proceso, de Kafka.

¿Le gustaba ir a contracorriente?

No. Simplemente pensaba que no era nada malo. También iba al boxeo y a la lucha libre. Era un defensor del pop art, de la cultura popular. Todo gracias a mi padre, un asturiano fantástico que lo mismo me llevaba al Museo del Prado para admirar la luz convaleciente de Velázquez en Las Meninas que a ver boxear a Galiana o jugar a Di Stéfano. Me compraba libros, me enseñaba que Baroja era un tipo fantástico. Sería absurdo ceñirse a una sola cosa. El fútbol era realmente un espectáculo popular, democrático, no había distancias de clases.

Albert Camus decía que todo lo que sabía sobre la moral de los hombres lo había aprendido en el fútbol.

Camus era un buen portero, tipo Esnaola. Teníamos que apoyarnos en un premio Nobel como él para decir que no éramos unos descerebrados. El fútbol le gusta a mucha gente. A mi amigo Antonio Mercero, a Carmelo Bernaola, a Elías Querejeta. Nunca oculté que leía el Marca, el mejor periódico deportivo de Europa en su momento, donde escribía gente como Manolo Alcántara, Antonio Valencia y Fragoso del Toro, con una calidad cultural y una manera de escribir fantástica. En el As escribe ahora Alfredo Relaño un artículo diario que es de lo mejor en España. David Gistau también escribe muy bien.

¿Por qué Soccer Days?

En el prólogo cuento que surgió cuando estaba en Singapur leyendo por tercera o cuarta vez El cuaderno gris, de Josep Pla, uno de mis libros favoritos. Un libro que nace porque Pla había escrito un diario muchos años atrás y de repente, un día, se encontró con el diario, lo empezó a releer y a meterle pluma por un lado y otro. De ahí salió El cuaderno gris, que es una maravilla. Recordé entonces que había escrito para el ABC las crónicas del Mundial de 1994, el del codazo de Tassoti a Luis Enrique. Han pasado casi 20 años de aquello y va a haber un Mundial en Brasil. Todo ha cambiado, no sólo el fútbol. Y empecé a hacer lo mismo que Pla. Empecé a recordar aquellas crónicas, a modificarlas, y les iba añadiendo unos nuevos textos sobre fútbol. En Estados Unidos al fútbol lo llaman soccer y aquellos días quedan en estos textos. Hablo de fútbol, de cine, de teatro, de libros, de ciudades, de viajes, de amigos. Si, por ejemplo, estoy en Soldier Field de Chicago, recuerdo que allí fue la pelea entre Gene Tunney y Jack Dempsey, cómo debía de haber sido aquello, en los años veinte, con 100.000 personas y las estrellas de Hollywood. Es un libro, como casi todo lo que yo hago, bastante difícil de concretar. Espero que respire fútbol por los cuatro costados. Creo que será un libro ameno, entretenido y quedará como el recuerdo de un Mundial en el que España tenía un buen equipo, pero al que Javier Clemente no dejó explotar. Estaban Guardiola, Caminero, un magnífico equipo que podía haber ganado aquel Mundial porque ni Brasil ni Italia eran mejores.

Ha dicho que si hubiese nacido diez años más tarde se hubiera dedicado al fútbol.

Por supuesto. No como futbolista, porque era muy malo, me faltaba fondo físico. Pero hubiera sido algo de un club, entrenador por ejemplo. En el fútbol hay gente estupenda, con sentido común. Es muy posible que España gane el Mundial de Brasil, pero gane o pierda debemos homenajear a una generación de estupendos deportistas que nos han hecho felices, que han conseguido algo que nunca hubiéramos podido soñar. Hablo de Casillas, Xavi, Iniesta, Busquets, Xabi Alonso, Ramos, una generación única e irrepetible. Y no sólo el fútbol. Tenemos a Nadal, en baloncesto también somos campeones del mundo. Si se hubiera aplicado esa forma de llevarse bien, de estar hermanados los jugadores, este país sería muy distinto. En España nos queremos poco. Es una situación muy difícil, como una familia mal avenida que, además, lo ha perdido todo. Una familia que antes se llevaba mal y ahora, empobrecida, mucho peor. La gente del deporte ha demostrado que está por encima, que tiene más clase, más categoría.

¿Cualquier fútbol pasado fue mejor?

No se pueden establecer comparaciones entre distintas épocas. El fútbol ha cambiado mucho. Los jugadores tienen ahora una preparación física superior, mejor calzado, mejor alimentación, las tácticas. Antes era más espectacular, los equipos iban a ganar, a meter goles. Ahora se juega más a ver qué pasa, a ver si hay un fallo del contrario, si hay una vía de agua en su estructura táctica. Es menos espectacular, menos apasionante de ver. Había jugadores excepcionales, como Pelé y Di Stéfano, pero también ahora están Messi y Cristiano Ronaldo, que meten 70 goles por temporada. Dentro de 40 o 50 años el fútbol será más veloz, los jugadores serán más técnicos. El cielo tiene que ser algo así como ver un partido entre aquel Brasil del 58, de Garrincha, Didí, Vava, Pelé y Zagalo, contra el Madrid de Kopa, Marsal, Di Stéfano, Puskas y Gento.

¿Demasiado dinero?

Siempre lo ha habido. Cuando se pagaron cuatro o cinco millones de pesetas por Kubala era lo mismo. Si estableces lo que costaba una casa, con cuatro millones de pesetas comprabas medio Somió o el Parque San Francisco. En todas las épocas hubo grandes futbolistas.

Estará encantado con su Atlético de Madrid...

Claro. Además de todo lo que se dice, está teniendo un componente sin el que no triunfas, la suerte. Desde que era niño, nunca le vi tener tanta suerte como en la final de Copa del Bernabeu. Incluso tiene un himno de un fatalismo demoledor, que hizo Sabina, en el que se habla de «qué manera de palmar». Simeone lo está cambiando de arriba a abajo, lo está transformando en un equipo argentino, en una especie de Boca Juniors. Incluso en el campo del Manzanares hay una parte del fondo Sur que parece la Bombonera del Boca. Allí la gente se pasa los 90 minutos cantando, gritando....

¿Espera el éxito para Soccer Days?

Creo que puede funcionar incluso entre la gente a la que no le interesa el fútbol. Será un libro ameno, entretenido y emotivo para la gente a la que no le guste el fútbol. Porque al final, de lo que uno acaba hablando es de una autobiografía pequeñita, menor. Tú eres tú y tus partidos. Iba al fútbol con mi padre, que me llevaba de la mano a El Molinón, a Buenavista, después al Metropolitano en Madrid. Queda lo que comentábamos a la salida de los partidos, los amigos, la gente que vas conociendo. Es muy difícil que cambies tu cariño por un equipo de fútbol, algo que no ocurre en política, en la que un tío se levanta por la mañana y deja su ideología colgada. Cambia de camisa ideológica como nada. Por el contrario, si eres de un equipo de fútbol, esos colores, esos recuerdos infantiles... El fútbol es una de las potencias de la infancia. Hay algo eterno en el fútbol, que se ha ido transmitiendo de generación en generación.

En corto

¿Qué le parece el personaje Mourinho? Podría ser un buen malo de película, ¿no?

No le conozco. Cae mal a algunas personas porque puede ser un tanto distante, de declaraciones explosivas. Hay otra gente del Madrid a la que le caía muy bien por la lucha que le planteaba al Barcelona. Pero ésa no es mi gente. No me gustan los aficionados que son fanáticos de un equipo, No tengo esas orejeras, a mí me gusta el fútbol.

Uno de sus tertulianos en el programa de televisión Qué grande es el cine, Torres-Dulce, es ahora fiscal general del Estado.

Es lo mejor que ha hecho este Gobierno. Eduardo Torres-Dulce es un gran trabajador, una persona buena y honesta. Tiene mucho encima, pero es muy inteligente, trabajador, hará lo que crea que debe hacer. Es un personaje fordiano. Una de sus películas preferidas es El hombre que mató a Liberty Valance. Ahí está la justicia.

"El problema del cine no es el IVA sino que se ha perdido la costumbre, la ilusión de ir al cine"Se le ve entusiasmado con su faceta de escritor. ¿Significa que se ha olvidado del cine?

Es muy difícil hacer cine ahora para mi generación. No soy sólo yo, es que no lo hace casi nadie. Ojalá lo pudiera hacer, que creo que está preparando una película Gonzalo Suárez, que es otro gran aficionado al fútbol. Pero esto ya se mueve entre otras edades. Los ejecutivos de las televisiones están más cerca de la gente de su edad. Además, yo no estoy tan presente en el día a día del mundo, en lo que le gusta a la gente. Y, sobre todo, porque estoy en una industria que se está acabando. Al final el cine acabará en los museos, que es un buen sitio. Habrá ciclos de John Ford, de Buñuel, de Howard Hawks, de Hitchcock. Lo digo con nostalgia jubilosa, porque he vivido el cine desde niño, los programas dobles increíbles de mi infancia, he podido escribir cine, he hecho películas, las he dirigido. Asisto a esta especie de agonía del cine, pero no me puedo quejar. Es que ahora mis colegas jóvenes hacen las películas con teléfonos móviles. Yo las hacía con travelling.

¿La subida del IVA hace tanto daño al cine?

Está la cosa mal y la están poniendo peor. Tendría que ser un IVA mínimo, casi inexistente. Pero el problema, no nos equivoquemos, no es el IVA. Lo que se ha perdido es la costumbre, la ilusión de ir al cine. Antes era un artículo de primera necesidad en todo el mundo. Los cines eran catedrales gigantescas de mármol y ahora son salitas para cien personas. Lo que necesitan mis colegas, cuando se juegan el dinero en una película, es que sea para ellos por lo menos la mitad del dinero que dan las palomitas, las chucherías, todo lo que rodea a la proyección. Y las películas extranjeras deberían entrar en versión original, no darles el idioma como se lo hemos dado.

¿Está mal vista por el poder la gente del cine?

Eso no me interesa. Me interesa el cine, me interesa John Ford. Y más a estas alturas. Ahora que estoy sobre la colina lo veo todo muy lejos. Si me hubiera interesado la política cinematográfica hubiera sido otra cuestión.

¿Sobre qué haría una película ahora?

Sobre fútbol, que es lo que me gusta y con lo que empecé, con un corto que se llama El fútbol. Hay un gran tema, para alguien más joven, con más fuerza y vigor que yo, que es la voladura de los trenes en Atocha. Eso es un thriller, cine negro, histórico, drama, suspense. Sería una película estupenda.