El 8 de marzo de 2009, los novilleros malagueños Ismael Cuevas y Saúl Jiménez Fortes compartían cartel, mano a mano, en la plaza de toros de Benalmádena. Era el debut con picadores del segundo de ellos, hoy convertido en matador y una de las grandes promesas del escalafón.

En estos años, los caminos de estos dos toreros se han separado, aunque ambos han mantenido la buena relación que se fraguó entre ellos cuando eran alumnos de la Escuela Taurina de la Diputación de Málaga. Si para Fortes ha llegado la gloria (no exenta de la dureza de esta profesión en forma de graves cornadas), Cuevas sólo ha visto la cara más amarga, con pocas oportunidades y sobre todo ese percance sufrido en octubre del pasado año que a punto estuvo de dejarle inútil para la práctica del toreo.

Fortes fue de los primeros en preocuparse por el estado de su amigo y compañero tras el percance de Mijas, visitándole en el hospital cuando aún existía la incertidumbre de saber si podría volver a andar. Ahora, cuando se ha confirmado su recuperación, ha querido ser el primero en ofrecerle la posibilidad de reencontrarse con el toro.

El pasado jueves, coincidiendo con la publicación en La Opinión de un reportaje en el que Ismael Cuevas confirmaba su vuelta a la actividad, tenía la oportunidad de acompañar a su amigo Saúl hasta la finca Tomillos, propiedad del ganadero antequerano Manuel Blázquez, situada en la localidad gaditana de Alcalá del Valle.

Jiménez Fortes quería apadrinar a Cuevas en este primer tentadero formal, en el que quedaba constatada su recuperación al torear con solvencia una de las vacas que saltaron a la plaza de la ganadería. Además, el fuengiroleño pudo participar en la lidia de las otras tres vacas que se tentaron; mientras que Fortes lidió en solitario un novillo y un toro, este último perteneciente a la ganadería de Benjumea.

La complicidad entre ambos fue total durante toda la jornada campera, ofreciendo Jiménez Fortes numerosos consejos al novillero. También les acompañaba en el tentadero del becerrista rondeño Javier Orozco. Fuera del ruedo, y muy atentos a lo que sucedía, se encontraban el apoderado Nemesio Matías, el ganadero Francisco Núñez Benjumea, o los matadores de toros malagueños Paco Aguilar y Pepe Luis Romás, este último empresario de las plazas de Marbella y Fuengirola.

La mejor noticia de la jornada campera llegaba con las buenas sensaciones que tenía Ismael Cuevas, que no apreció secuela alguna de su fractura cervical; y tan solo la lógica falta de actividad tras más de un año sin poder coger los trastos de torear.