Es uno de lo compositores más prolíficos: sinfonías, bandas sonoras, ópera, cámara, ballets… ¿Suficiente o lo esperado?

Nunca se proyecta una carrera sino que el río de la vida te va llevando por los paisajes que la propia vida te ofrece. Vas escribiendo aquello que necesitas escribir, bien por un encargo o por una necesidad personal.

¿Ha sido muy autocrítico con su propia obra?

Lo he sido y cada vez lo soy más. Es una razón muy sencilla. Nosotros escribimos para nosotros mismos. Siempre digo que escribo la música que me gustaría escuchar. Cuando la escribes seguramente no tengas una capacidad para juzgar tu propia obra porque todavía estás sujeto a los impulsos emocionales. El paso del tiempo es lo que da una nueva mirada y otra sensibilidad del corazón.

¿Se compone por impulso?

Yo sí.

Pero siempre ha comentado que la inspiración no existe.

La música culta es pura ciencia. Más que impulso, es la unión de inspiración e intuición de artista, pero sobre todo guiado por una técnica soberana y rigurosa que es la que permite hacer las obras con esa doble visión. Inspiración sin técnica vale muy poco y técnica sin inspiración todavía menos.

¿Dónde está la inspiración?

Como el amor no se puede buscar sino que se encuentra trabajando, meditando y buscando. El compositor es un ser humano que siempre está buscando ideas sobre la propia música. Nunca vienen por generación espontánea, eso es imposible. Lo que valora la obra es el equilibrio entre técnica e inspiración. El compositor llega hasta donde su técnica lo permite.

Pertenece a una generación de compositores españoles del siglo XX irrepetible. ¿Habrá un antes y un después de ustedes?

Somos una generación en la que cada uno hemos hecho una obra que ha terminado por caminos distintos estéticamente. Cada uno ha expresado su propia técnica y forma de expresión. Esa es la gran belleza del arte. No creo en los uniformes para nada. Cada uno ha de vestir como quiera.

Pero dejan un poso que quizás no dejarán las siguientes generaciones.

Seguro que lo hacen. Hoy la creación española está en un momento espléndido. Hay un buen número de compositores que escriben muy bien.

Pero sin oportunidades.

Eso es otro tema. Hay más oferta de los compositores que demanda de la sociedad. Ahí sí existe un desequilibrio muy grande.

¿Por miedo todavía a la música contemporánea?

El amante de la música solamente vive con intensidad lo que ya conoce. Igual escucha una obra de Brahms que desconoce y no la siente de la misma manera. Si ese mismo ejemplo lo llevas a la música nueva nos encontramos con una enorme diferencia de apreciación hacia la música de hoy. ¿Que ha habido muchas influencias y que muchas veces es incomprensibles hasta para los que aman a la música?, por supuesto. La música es un lenguaje para ser entendido.

¿Cree que hay muchos snobismo en la música actual?

No lo sé. Hay modas históricas que se siguen y las modas cuando pasan de moda se convierten en ridiculeces. Cuando la música parte de una moda y no de un sentimiento termina absorbida por el tiempo.

¿La hecatombe económica que está viviendo este país de qué forma cree que ha afectado a la creación musical?

De una manera muy directa. Han desparecido los encargos. Las orquestas que antes lo hacían tampoco lo hacen. Los compositores jóvenes son los que más necesitan del apoyo del encargo. Si no hay proyectos se merma la presencia de solistas. Ultimamente me han llegado a pedir obras sin solistas.

¿Se hace mejor música hoy?

Se hace buena, mediocre y muy mala.

¿Qué predomina?

La muy mala. Sin embargo, siempre ha ocurrido, pero también se siguen componiendo obras fundamentales.

¿Y qué diría si al final de toda su trayectoria se le recordara más por las bandas sonoras, por ejemplo El hombre y la Tierra, Fortunata y Jacinta o Anillos de oro que por su obra más intelectual.

A uno se le recuerda por lo que se le tiene que recordar. Me siento a gusto con cualquier formato siempre que me atraiga.