FeelgoodCompañía:

Entramados Teatro.

Dirección: Alberto Castrillo-Ferrer.

Intervienen: Fran Perea, Manuela Velasco, Jorge Bosch, Ainhoa Santamaría, Javier Márquez, Jorge Usón.

Vodevil roto

Compañía: Blacksheep Productora.

Dirección: Marina Sancha Ros.

Intervienen: Vicente Carlos Luque y Juana Escribano.

El Teatro Cervantes presentó la obra de Alistair Beaton Feelgood, dirigida y adaptada por Alberto Castrillo-Ferrer. En ella se nos habla de los juegos del poder. Un gabinete, que asesora al presidente de la nación, enreda para lograr sus objetivos y a la vez padece sus propios conflictos internos, siempre bajo la presión que conlleva mantener un estatus de superioridad en el grupo. La clave, tener más información que los demás y si es posible que ésta pueda ser utilizada y manipulada en contra de los otros. Ahí los personajes juegan su principal baza, en esos instantes donde la profundidad de la trama se transforma y abandona la comedia que tiñe la obra. El humor presente en el desarrollo es evidentemente la manera de acercar al espectador a una trama política que refleja situaciones actuales y que a todos nos podrían doler. Pero tal vez en esta presentación se hace demasiada concesión a esa clave humorística, mientras se pierden por falta de peso interpretativo esos otros momentos que centran la atención en los conflictos entre personaje y sus disquisiciones. La presentación es limpia, y salvo algunos sonidos incoherentes y un extraño diseño de iluminación, la puesta en escena da para crear el clima conveniente. Pero, la clave, que son los personajes, resulta falta de carácter, salvo en el trabajo particular de Jorge Bosch que de veras se compromete a la hora de crear un personaje diverso y con fondo. En el resto sólo vemos un esbozo más o menos elaborado aunque simpático.

Vodevil roto

Y en el Teatro Echegaray se presentó la obra Vodevil roto, escrita, dirigida y protagonizada por Vicente Carlos Luque. Su personaje es Marcos, un escritor que nos cuenta su historia de amor con Julia, una cantante, interpretada por Juana Escribano. Los hechos se desarrollan en el marco de un espectáculo de vodevil, con números musicales, de canto y baile. Así el relato de sus encuentros o desencuentros se sucede a través de números pasajes de un divertido show de variedades, donde hay un maestro de ceremonias y su partenaire para actos de magia, o pequeñas representaciones de cuentos con títeres, o un domador con su látigo para sus animales. Los actores entran y salen de las diferentes situaciones sin abandonar sus personajes y su conflicto amoroso central, que estructura todo el desarrollo. A cada momento nos muestran su intimidad, sus deseos, sueños, miedos y frustraciones. La puesta en escena nos remite a un cabaret de los años 30, con detalles de escenografía, atrezzo y vestuario que marcan un estilo y una época. La música en vivo, con el pianista Hugo Martín en escena, acompaña toda la acción y acentúa esa sensación de local nocturno antiguo. Allí es donde ese amor puede triunfar o sucumbir frente a las exigencias de la vida.