El nombramiento de Manuel Hernández-Silva como director titular y artístico de la Orquesta Filarmónica de Málaga traerá irremediablemente nuevos aires a una formación que durante las últimas temporadas ha sido testigo de lo peor que le puede pasar a una orquesta: perder público.

Aunque éste no ha sido el único obstáculo que la OFM ha tenido que sortear, ya que también hemos asistido a sonados enfrentamientos entre el anterior director, Edmon Colomer, y varios de los músicos pertenecientes al comité de empresa, así como a una constante disminución presupuestaria. Así, entre las primeras tareas de Hernández-Silva al frente de la OFM estará volver a ilusionar a músicos y público, algo que, según declaró en una entrevista realizada por la revista Leitmotiv, está entre sus prioridades. «Un director debe ser, sobre todo, un organizador. Eso es fundamental. Desde el concepto más amplio de lo que significa la organización. Organizarse primero mentalmente, por supuesto, y luego organizarse a la hora de transcribir su pensamiento hacia la orquesta, a la hora de servirle a la orquesta. Un director tiene que, en primer lugar, organizar lo que quiere, lo que tiene, todo, y en segunda instancia, motivar. Organizar y motivar, organizar y motivar. Yo creo que eso es lo fundamental», señalaba a la citada publicación.

La vocación docente de Manuel Hernández-Silva es otro de los pilares en los que basará su compromiso con Málaga y su Filarmónica, por lo que los jóvenes intérpretes deberían congratularse de la llegada del maestro venezolano, un firme defensor de potenciar el talento emergente. «España ahora mismo tiene un problema de gestión en lo que se refiere a las orquestas juveniles. ¿Por qué? Porque no les están haciendo todo el caso que deberían».

Hernández-Silva, además, no considera que la vida del director sea sinónimo de prestigio y glamour, sino más bien todo lo contrario: «Soy el resultado de la canalización de mi talento a través del estudio, del aprendizaje y del esfuerzo. Así he construido lo que soy».