Incansable aventurero musical y uno de los guitarristas más respetados del jazz, Pat Metheny repite con la Unity Band en su nuevo disco, 'Kin', el número 43 de una carrera que ha visto compensada con 20 Grammy que casi nunca ha ido a recoger. La gira mundial de presentación de este nuevo trabajo del guitarrista estadounidense pasará por Fuengirola (Castillo Sohail) el próximo 29 de junio. Chris Potter, Ben Williams, Antonio Sánchez y Giulio Carmassi forman la Unity Band que acompaña a Metheny.

Para Pat Metheny, este nuevo álbum no tiene nada que ver con su anterior trabajo. "Es irreconocible que sea la misma banda, y ese era mi objetivo". Las diferencias: más orquestación, más elementos electrónicos y en general, más complejidad, aunque a él no le gusta esa palabra. "Si el anterior disco era como un documental sobre una banda en un estudio, el retrato de un momento, éste sería más la versión Spielberg de lo que esa banda puede ser", explica. Pero sobre todo, 'Kin', una palabra inglesa poco usada que significa ancestros, familia, conexión, es "la representación honesta de dónde estoy ahora mismo", un lugar privilegiado como músico, en el que ha recibido influencias de otros, pero también ha dejado su huella en cientos de guitarristas más jóvenes.

Desde que editó su primer álbum en 1976 junto al genial Jaco Pastorius, Pat Metheny no ha dejado nunca de experimentar: ha mezclado lo culto y lo popular; ha probado solos, tríos o cuartetos; fue de los primeros en enchufar su guitarra a un sintetizador; ha inventado instrumentos y hasta ha tocado con una orquesta de robots. "La música es un destino completo para mi y en ese sentido me siento igual hoy que cuando empecé con 11 o 12 años. Amo el proceso de lo que supone ser mejor músico. Es algo que siempre está ahí y que incluso ahora siento más que nunca. No podría vivir sin la pasión por descubrir nuevas formas de pensar la música", asegura.

Y en ese compromiso vital, lo de menos son las etiquetas. "Jazz, rock, pop, son términos políticos para mí, no me interesan, no tienen nada que ver con la música. Sólo me interesa cómo ir de Si bemol a Fa. Me da igual si lo hace Bartok o Daft Punk". De todas sus facetas como músico, reconoce que lo que más le gusta es tocar en directo, y de hecho el lunes mismo arranca su nueva gira. Lo más duro, escribir unas partituras que no son precisamente "de las que pueden anotarse en la parte de atrás del autobús mientras viajas de una ciudad a otra".

Un ejemplo, la primera canción del disco, "One day one", son 34 páginas de escritura, y aparte la improvisación. "Normalmente me tomo 5, 7 u 8 semanas para concentrarme en escribir, es la única forma de hacerlo".En ese proceso estaba precisamente cuando le llegó la propuesta para hacer la banda sonora de 'Vivir es fácil con los ojos cerrados', la película de David Trueba por la que está nominado a los Goya como mejor música original. A pesar de que llevaba décadas sin componer para el celuloide y de que suele rechazar las múltiples peticiones que recibe, en este caso aceptó. "Es una gran película, me encantó cuando la vi y de alguna manera sabía que si no lo hacía lo iba a lamentar", asegura. La implicación en el proyecto del contrabajista Charlie Haden, uno de sus mejores amigos, también ayudó. Pero insiste en que se trata de un caso excepcional.

Con los años, ha tocado con artistas tan diversos como Antonio Carlos Jobim, Steve Reich, Ornette Coleman, Herbie Hancock, John Scofield, Jim Hall, Michael Brecker, Milton Nascimento, Pedro Aznar, Toots Thielemans, Enrique Morente, David Bowie y Carlos Santana. Ha formado equipo con el teclista Lyle Mays durante más de veinte años (una asociación que ha sido comparada a la de Lennon con McCartney y a la de Duke Ellington conBilly Strayhorn por los críticos y oyentes). La obra de Metheny incluye composiciones para guitarra solista, para pequeños conjuntos, para instrumentos eléctricos y acústicos, para grandes orquestas, con ajustes que van desde el jazz hasta el rock moderno y clásico.