­Como anticipó La Opinión de Málaga, el maestro Manuel Hernández-Silva fue ayer nombrado nuevo director titular y artístico de la Orquesta Filarmónica de Málaga (OFM). La nueva batuta de la primera orquesta malagueña, que prefiere que le definan como «un director español de origen venezolano», pues lleva veinte años nacionalizado en nuestro país, tendrá un contrato por dos años, renovables por dos periodos de un año cada uno, realizará las tareas de dirección artística de la orquesta y la dirección musical en todos los programas. Igualmente, se le ha propuesto como director de la futura Academia de la Filarmónica, proyecto en el que piensa «volcarse totalmente».

La OFM ha valorado la solidez de su propuesta artística, el conocimiento del repertorio universal y su deseo de realizar labores sociales. La Filarmónica destacó ayer en un comunicado que Hernández-Silva «tiene además una presencia estable en el circuito sinfónico español, europeo y especialmente latinoamericano, y realizó una extraordinaria labor artística como director titular en la Orquesta de Córdoba que se vio avalada por una incesante subida de abonados».

¿Cuáles son las bases de su proyecto al frente de la Filarmónica de Málaga?

Lo primero que tengo que decir, porque así lo aprendí a lo largo de mi trayectoria, es que una orquesta es un instrumento de alto rendimiento que debe desarrollarse a través de la memoria musical, es decir, de un proyecto sonoro. Esto significa que hay que programar de una manera inteligente y concienzuda todo el catálogo de obras adecuadas para que este instrumento pueda alcanzar la excelencia desde el punto de vista sonoro. Además, en el caso de la Filarmónica de Málaga existe un plus que me anima mucho: la posibilidad de poder desarrollar, conjuntamente con los profesores de la orquesta y la administración, el proyecto de una orquesta escuela o una academia filarmónica destinada a la juventud. La gente que me conoce sabe que estoy muy implicado con la juventud andaluza.

¿Es consciente de la disminución de público que la orquesta ha sufrido en los últimos años?

Por supuesto. Es, obviamente, lo más urgente para el responsable artístico de una institución de estas características. La primera gran tarea es recuperar a los abonados y cautivarles. Y esto se hace a través de una programación interesante para el público. Es necesaria la combinación de las dos cosas: una programación que me asegure a mí como director titular y artístico el desarrollo sonoro de este instrumento de alto rendimiento, y el interés general del público, que es la otra mitad. Trabajar en un teatro vacío es como trabajar en la clandestinidad. El público es la otra mitad indispensable en una orquesta. Así que espero poder construir un proyecto de interés general.

¿Dejará aflorar su formación vienesa en la programación?

Mi formación es vienesa, sin duda alguna, pero también soy hispanoamericano, aunque hoy soy más español que otra cosa. Me podrán ver dirigir una quinta de Mahler y después pasar a Alberto Ginastera y Silvestre Revueltas, pasando por Gershwin y Ravel, o dedicándome a Mozart... El artista ha de ser versátil y hay que programar todas las músicas de todas las épocas. Bien es cierto que mi formación es vienesa; en Viena me gradué como director de orquesta y viví allí veinte años.

Nunca antes ha dirigido a la OFM. Su presentación será el próximo mes de marzo con un programa con obras de Schumann y Mahler. ¿Veremos en este concierto su esencia y lo que vendrá en el futuro?

Sí, aunque en una mínima parte. Hacemos la obertura Genoveva de Schumann, que creo que es la primera vez que va a sonar por la Filarmónica, y Kindertotenlieder, de Mahler, con Carlos Álvarez. El destino ha querido que mi primer concierto en Málaga sea con una de las voces de barítono más bellas. Es un repertorio con el que me siento muy identificado, sin duda.

¿Cómo ve desde fuera a la primera orquesta malagueña? ¿Qué impresiones tiene en su conjunto y sobre qué aspectos cree que tendrá que trabajar?

Hasta que no esté con ellos no puedo responder con exactitud estas cuestiones. Conozco a la orquesta aunque no la he dirigido ni la he escuchado en vivo. Poco a poco, con el trabajo que realicemos, podré ir respondiendo a estas preguntas. Lo que sí sé, por muchos amigos que sí han dirigido a la OFM, es que es un instrumento sano, con el se puede trabajar y alcanzar grandes momentos de sonoridad.

Otro de los pilares de su candidatura ha sido la labor formativa y el proyecto de la futura Academia de la Filarmónica.

Es poco el esfuerzo que dedicamos a nuestra juventud. Cuando escucho a la orquesta joven de Andalucía, con la que mantengo una preciosa relación, con todos esos muchachos y veo ese tesoro, pienso que es poco el esfuerzo que hacemos para atender todo ese talento. Si este proyecto sale adelante, me voy a volcar totalmente. Al igual, como me consta, que lo harán los profesores de la Filarmónica.

¿Se vendrá a vivir a Málaga?

Por supuesto. Creo que es indispensable para un director titular. Y también creo que será bueno tanto para sociedad malagueña como para la orquesta.