Los melómanos malagueños seguro que alguna vez se habrán preguntado: ¿Dónde está Francisco de Gálvez? Y es que el que fuera director de la Orquesta Sinfónica Provincial era una de las batutas más comprometidas con la promoción y difusión de la tan maltratada clásica en nuestra capital y municipios; una presencia insoslayable en la vida cultural de la ciudad, a la que siempre trató de aportar su granito de arena. Pues bien, como tantos otros, De Gálvez se marchó de nuestro país en busca de un porvenir mejor, y parece haberlo hallado en Utah, EEUU, donde es profesor en la Facultad de Música de la Universidad Weber State.

«Mi relación con la Orquesta Sinfónica Provincial terminó a principios de 2011, de un modo inesperado para mí, y a causa de un enorme desencuentro que no pudimos o no supimos resolver [se refiere a las supuestas «intromisiones» que denunció en su trabajo por parte de la junta directiva de la agrupación]. Desde entonces, me desligué enteramente, y también dolorosamente, debo admitir, de un precioso proyecto, que ocupó unos años muy importantes en mi vida». Ahora, la contempla desde la distancia y, por supuesto, desea que les vaya bien a los que fueron sus músicos, que «disfruten de sus retos artísticos y encuentren su camino, lo que durante tantos años perseguimos». Pero él ahora está en otra cosa, y, al parecer, muy satisfactoria: «De momento estamos muy bien en EEUU y no nos hemos planteado seriamente la vuelta. Pensamos pasar muchas veces por Málaga, ya que aquí están nuestra familia y amigos, y si surgiera alguna oportunidad profesional interesante nos lo plantearíamos, pero, de momento, no es el caso».

Francisco de Gálvez se ocupa de las áreas de Orquesta Sinfónica, Orquesta de Cámara y Dirección Instrumental en el citado centro educativo de Utah; un trabajo que conlleva, además de las responsabilidades académicas, una temporada de conciertos al frente de ambas orquestas, formadas por unos 70 alumnos. Paralelamente, se involucra en actividades profesionales «de primer nivel», nos cuenta, como, por ejemplo, su participación, el próximo julio, en el Festival Internacional Foulger, en el que el malagueño dirigirá a la Utah Symphony. Así que mientras comparte sus conocimientos con los alumnos, De Gálvez sigue engordando su notable currículum, gracias a las oportunidades que le surgen desde su nueva residencia: «En algunos estados de EEUU la música se valora más que en otros, como ocurre en Europa. En Utah hay una gran tradición instrumental y vocal, y un gran aprecio por la música clásica. La Utah Symphony, sus universidades, el Coro del Tabernáculo o la prestigiosa Escuela de Lutería de Salt Lake City son claros exponentes de sus valores musicales». Impartiendo clases en EEUU se ha dado cuenta de que nos convendría importar ciertos de sus modelos para implementarlos aquí, en España: «Comprendo que no es tarea fácil, pero puestos a soñar, importaría algunos modelos de enseñanza musical, como los estudios superiores musicales en Universidad o alguna ley de mecenazgo similar a la americana, que favoreciera la financiación privada de iniciativas culturales». En cualquier caso, De Gálvez asegura que la formación estadounidense no es necesariamente más completa que la europea: «La formación musical norteamericana es altamente competitiva, como demuestran Bloomington, Juilliard o Berkeley, pero en Europa tenemos centros de formación musical de reconocido prestigio como pueden ser las escuelas de Londres, Berlín o Viena».

Desde el otro lado del charco, Francisco de Gálvez sigue con interés el devenir cultural de su ciudad, de su Málaga, una capital en la que los recortes en la música clásica van a la par con la disminución del número de abonados de la Orquesta Filarmónica, por ejemplo: «Si el público de la clásica crece, los profesionales de nuestro sector tendremos mejores oportunidades. En ese sentido, es nuestra responsabilidad atraer a nuevos públicos con programas interesantes, calidad, fórmulas creativas, precios asequibles, etc., e intentar conseguir una gran asistencia a los conciertos de música clásica. Yo he tenido experiencias muy positivas en ese sentido al mezclar programas de música clásica con otros géneros como el cine, la música pop, el flamenco o el jazz».

Y apuesta por otra receta clave, el Auditorio: «Es una asignatura pendiente que debería aprobarse lo antes posible, ya que representaría un significativo avance cultural para nuestra ciudad. Si nos comparamos con ciudades como Granada, Cuenca o Zaragoza, que cuentan con auditorios de gran calidad, comprenderemos -sobre todo, los más amantes de la música clásica, como un servidor-, que es una gran carencia de la ciudad».

Eso sí, el director malagueño confía en la «profesionalidad» de los músicos de la OFM para salvar los presentes y futuros obstáculos; además, bendice el reciente nombramiento del venezolano Manuel Hernández-Silva como nueva batuta titular del conjunto -en sustitución de Edmon Colomer, quien, en opinión de De Gálvez, «realizó una magnífica labor»-: «A Hernández-Silva lo conocí brevemente, cuando era titular de la Orquesta de Córdoba, y me parece que es un director competente, bien preparado y con mucha experiencia. Le deseo muchos éxitos a él y la OFM». La suerte que muchos compañeros malagueños le desean a este emigrante de la música clásica.