­¿Los resultados de la reciente edición de Arco son los esperados?

Estoy satisfecho. Creo que las galerías que participaron han tenido buenos resultados y han hecho buenos contactos y los coleccionistas nacionales han perdido el miedo y han vuelto a comprar, lo que ha sido muy bueno. Se produjo el encuentro con directores de museos, directores de bienales, críticos de arte, y ya tenemos galerías que quieren participar el año próximo lo que es bueno para tener contenido de calidad.

¿La recuperación de las ventas indica la salida del túnel?

Hay una confianza en España que no había el año anterior. La gente que tiene dinero tiene más ganas de gastarlo. También esa posible recuperación ha animado a muchos extranjeros a venir y a comprar. De todas formas queda mucho por hacer, los museos tienen que tener más presupuesto para poder adquirir, las empresas tienen que mejorar para poder dedicarse al mecenazgo…

¿En Arco se valora más el negocio que el arte?

Arco es una feria comercial que tiene en la calidad el requisito número uno. Está visible en las galería que participan y en las obras y los artistas que presentan, y esos mismos criterios de calidad los aplicamos a las personas que vienen a ofrecer conferencias y al encuentro que hacemos de museos en el que están presentes los más importantes de Europa y de Iberoamérica.

¿Los museos marcan las reglas en el mundo del arte?

Lo que marca el interés por un artista son los museos, los comisarios, los coleccionistas y también lo que influye un artista o una determinada corriente en la generación siguiente. Por eso vemos en ocasiones que gente en la mitad de su carrera se convierte en figura destacada para los museos porque hay toda una serie de artistas que están siguiendo lo que hizo esa persona hace veinte años. Ese crear escuela, ser una referencia, es uno de los rasgos diferenciadores de por qué el arte va por un sentido o por otro.

¿Cree que incluso con crisis sería posible otra política cultural?

La crisis nos ha enseñado a hacer políticas culturales más sostenibles, a que los museos tengan un arraigo local, que tengan programas de educación, que la gente vea lo que está pasando y lo aprecie como un bien de su ciudad. Eso es lo que se ha mantenido al margen de los fuegos artificiales.Hay muchas políticas culturales. Hay comunidades autónomas, grandes y pequeños museos que lo están haciendo muy bien. El Reina Sofía es el caso de un centro que con menos presupuesto tiene más visitantes, hace exposiciones fantásticas, muy intelectuales, pero también para el gran público. Hay casos de instituciones que han sabido gestionar los recortes y reinventarse. Creo que las políticas culturales se hacen de abajo hacia arriba, no es deseable que venga un ministro a decir cómo se debe hacer, su papel debe ser únicamente facilitar los mecanismos para que los expertos realicen su trabajo en libertad.

¿Es usted de los que opinan que en el mundo del arte la mano de la Administración cuanto más lejos mejor, mucho mejor?

Creo que en todo en general, la Administración tiene que recoger lo que necesitamos los ciudadanos y estar lejos de políticas dirigistas e impositivas. Su papel es valorar las necesidades y satisfacerlas en lo posible lo que no quiere decir que sea un ente pasivo, también puede establecer su criterio aportando ideas nuevas.

¿La injerencia de los políticos en España resulta mucho más visible que en otros países?

Es verdad que la Europa meridional es distinta del Norte, donde se respeta más la profesionalización.

¿El número de visitantes es la regla para medir la calidad de un museo?

No exclusivamente. El público no puede ser el único móvil paramedir el éxito, debe tenerse en cuenta también la importancia que tiene para los propios artistas, para la ciudad y para los programas educativos. En España hay instituciones que han sido vitales para que luego haya un conocimiento sobre arte contemporáneo. La educación y crear el patrimonio del mañana sonfunciones tan importantes como atraer mucha gente al museo.

¿El producto artístico ha dejado de interesarse por la belleza para pasarse al espectáculo?

El arte siempre tuvo algo de espectáculo, la misma Capilla Sixtina es un espectáculo. Siempre hay una serie de artistas que generan ese impacto pero los que hoy elegís esos artistas como los más visibles sois los medios de comunicación. A mí me gusta que en Arco no haya solo una obra que todo el mundo va a ver, lo importante es que cada uno descubra un poco más de lo que le interesa.

¿Cuál es la salud del coleccionismo español?

Saliendo de un catarro. El coleccionismo español es bastante reciente y en cierta manera relacionado con Arco. Hay gente que lleva comprando quince o veinte años, pero ese mercado sufrió un parón en los últimos cuatro. Ahora con cautela vuelve a salir a la calle y confiamos en que se mejore de esta gripe temporal y vuelva a tener ese ánimo y esa confianza.

¿La fotografía perdió fuerza en relación al éxito de los últimos años?

Ha sido un año muy diverso. Hay ediciones con mucha fotografía, otras en las que hay más pintura. La fotografía es un medio que está ahí y que los artistas utilizan casi indistintamente con la pintura, el video o la escultura. Hoy hay un mestizaje que lleva a los pintores a hacer fotografías y a los fotógrafos a pintar. Si tuviera que seleccionar algo de este año como novedoso sería la escultura.