Jacqueline, esposa de Picasso, compró un televisor para acompañarla durante las largas sesiones de trabajo de su marido. Al principio, «las caras que salían en la televisión» no le decían nada, como recordó Brassai citando a Paulo, hijo del artista. Pero la retransmisión de la boda de la princesa Margarita lo cambió todo. Hasta una vez Picasso pasó al otro lado, al de ser televisado; Picasso TV muestra unos minutos de entrevista catódica en la que habla sobre la tele: «A veces encuentro cosas magníficas en la televisión, cosas muy bonitas, que me gustan, que me interesan. Pero a veces, a veces es espantoso. Esto se lo digo, porque estamos aquí los dos solos. ¡Ah, no! No es verdad, ¡Todos me están escuchando».