¿Cuál es el objetivo de este libro que presenta?

Que las personas empiecen a cuestionarse y sean capaces de hacer aquello que no pueden. No todos sabemos por qué nos pasa lo que nos pasa. Por ejemplo, sabemos que tenemos miedo, pero no sabemos por qué tenemos miedo.

Entonces, ¿podemos cambiar realmente nuestra vida si nos lo proponemos?

Totalmente. Cambiar las cosas es lo que le da sentido a la vida. Que tengamos capacidad de elegir, de crear, es lo que da sentido a la existencia. Tiene una parte negativa que no nos gusta tanto: asumir la responsabilidad. Por desgracia, preferimos creer que las cosas vienen hechas y que somos la consecuencia, el resultado del destino.

Esta crisis ha dejado muchos desempleados y desfavorecidos por el camino, ¿qué mensaje les daría usted?

Lo más importante es recuperar la capacidad de control, que está en la manera de ver, de percibir la vida. En psicología se habla de indefensión aprendida, que es cuando las personas piensan que hagan lo que hagan nada va a cambiar y entonces no hacen nada. Este libro trabaja la percepción de control y la autorresponsabilidad para que cada persona entienda que tiene la vida que va creando. Lamentarse no cambia nada, lo cambia la acción.

¿Qué papel le queda a la sociedad en todo esto?

Al final la sociedad la creamos nosotros. Cada uno le da al éxito el valor que quiere. Para unas personas el éxito es estar bien posicionado, pero hay otras que se han cuestionado qué es el éxito y han alineado esos valores con su propia escala de valores. Al final se han dado cuenta de que su éxito es vivir tranquilo consigo mismo. No hay que vivir de cara a lo que la sociedad espera de ti, sino de acuerdo a como tú quieres vivir.

¿Desarrollo personal no suena a autoayuda?

Éste es un libro de autoayuda porque, a veces, o te ayudas tú o no te ayuda nadie. La diferencia está en que el desarrollo personal es una elección. Se trata de desarrollar todo el potencial que tenemos en nuestro interior para ser mejores. Nos quedamos mucho tiempo en la reflexión sin pasar a la acción. Si no conseguimos las cosas es porque no las hacemos.

Pero atreverse implica valor y normalmente somos débiles para cambiar.

La debilidad puede convertirse en fortaleza, ambas son nuestras, dos extremos de una misma cosa. Eso hay que trabajarlo. Tenemos que vernos de otra manera. Ya lo decía San Agustín: «Conócete, acéptate y supérate».

¿Y cómo podemos conocernos mejor?

Dedicándonos más tiempo a nosotros mismos. La introspección es necesaria. La reflexión es la única forma que tenemos de cambiar las cosas. Hay que ser conscientes de dónde partimos, pero para ello hay que ser capaces de afrontar las respuestas que vamos a encontrar. Nos da miedo a preguntarnos cosas por el miedo a la respuesta. Preferimos no hacerlo y continuar mirando más hacia fuera que hacia dentro.

Eso, en el siglo de las libertades, parece una gran contradicción.

La culpa no está fuera. Nuestra cárcel interior se llama miedo. Tenemos miedo a ser diferente, a descubrirnos a nosotros mismos o que no seamos lo que creemos. No nos sentimos preparados para encontrar las respuestas. La vida sólo empieza a cambiar cuando nos damos cuenta de que nuestra percepción de los miedos interiores están magnificados respecto a la realidad. De que las cosas son diferentes a las que creemos.

Atendiendo a ello, ¿el ser humano es más obstáculo o aliado?

Las dos cosas. Somos los dos extremos, nuestro mejor amigo y nuestro peor enemigo. Por eso es tan importante aprender hábitos mentales positivos. Se llama psicología positiva. Si te dices «puedo», puedes porque llevas a tu cerebro a una reacción química positiva. Es una cuestión de neurociencia.

Entonces, lograr nuestros propósitos, ¿depende del talento o de la actitud?

Lo importante es la actitud. Es un 80% del secreto. Puedes tener talento, pero si no tienes actitud que es lo que te predispone a hacer cosas, no llegarás a ningún sitio.

¿Me está diciendo entonces que nada es absolutamente imposible?

Es que nada es imposible. No existen los límites impuestos, existen las limitaciones que nos autoimponemos nosotros a través de las creencias sociales o culturales.