Sigue faltando en los Premios Goya ese otro cine español, el ultrapovera y rarete que, sin embargo, es el que puede garantizar el propio futuro de nuestro celuloide -de hecho, el huracán Magical Girl y sus Conchas tiene su origen en Diamond Flash, directa al VOD y que vieron los más avezados consumidores de rarezas-. Revisen la lista de la revista Magnolia de lo mejor del cine español de la temporada recién acabada y descubrirán que hay mucho más a lo que hincarle el ojo, mucho más de lo que parece. Sin embargo, ni Las altas presiones, ni Gente en sitios, ni La jungla interior, ni La cueva, ni El futuro, películas más o menos logradas pero todas estimulantes y atrevidas, han podido hacerse un hueco en las candidaturas de la Academia. Sí, los Goya son premios industriales, reconocimientos cuyo principal objetivo es demostrar la fortaleza no sólo creativa del sector, pero la pujante parcela llamémosla alternativa a falta de otra palabra, va exigiendo calladamente su sitio. Qué bien que Carlos Vermut lograra romper la invisible pero infranqueable barrera entre el underground y el mainstream, pero, por favor, que no se quede en una raya en el agua. Porque quizás buena parte del futuro más o menos inmediato del cine patrio pase por estas películas singulares, a las que nadie puede tildar de españoladas, de lo mismo de siempre...