«Lo que yo hago es dibujar con seres humanos vulnerables y sus cuerpos en medio de la madre Tierra. Ése es el equilibrio entre la vida y la muerte, y ahí es donde está la vida». Son palabras de Eskil Ronningsbakken, un artista extremo escandinavo que viaja por medio mundo -ya ha pasado por más de cien países- plasmando en performances, entre el concepto de los artistas y el riesgo de los especialistas, la espectacular belleza de la mortalidad. La semana pasada Ronningsbakken estuvo en Ronda grabando sus tremendas rutinas -por cierto, siempre sin red ni ayuda de ningún tipo, cómo no- como parte de una serie de televisión que se emitirá a finales de este mismo año.

Millones de personas contemplan las hazañas del noruego por televisión. La ciudad del Tajo será el escenario de la próxima, aunque el propio Ronningsbakken ya ha colgado en su página de Facebook algunas fotos como anticipo: «En las imágenes la ubicación es la bella Ronda, en el sur de España, que generosamente nos acogió y me dio el permiso para trabajar tranquilamente durante varios días», escribe el artista y acróbata.

«Siempre me siento un poco nervioso antes de una actuación, y eso es algo absolutamente normal para cualquier ser humano. Si no me sintiera nervioso en absoluto entonces no podría actuar, porque estaría totalmente desprotegido. De otro lado, estoy entrenado para tener el miedo bajo control. No me espanta la idea de la muerte, pero al mismo tiempo trato de no caerme del filo. El objetivo es crear arte y, por supuesto, sobrevivir». Ya lo dice su lema, y él lo prueba: «Cualquier cosa es posible». Esta vez, aupado por el «aire inmortal que sostiene a Ronda», como escribió Pérez-Clotet.