La colección del Museo de Arte de San Petersburgo es un catálogo inagotable de hallazgos y confirmaciones: de autores estelares, a otros más o menos conocidos , pasando por firmas casi anónimas por estos lares, los cinco siglos que comprende este «stock» artístico ofrecen muchos quilates

1- «San Lázaro, amigo del señor»

Este icono de Novgorod podría resumir la oferta de la Colección de San Petersburgo correspondiente a los siglos XV-XVI: un arte anónimo, entre la creación y la artesanía, siempre con una filosofía de utilidad religiosa.

2- «Retrato de una mujer desconocida con peinado alto», de Gregory Kouchin

Este retrato de Gregory Kouchin de 1778 es el perfecto ejemplo de una de las grandes corrientes (las otras son los mencionados iconos, los paisajes, la pintura de género y la correspondiente a los movimientos de vanguardia y revolución) de la anual del Museo Ruso.

3- «Espejo», de Marc Chagall

Este óleo sobre cartón es una de las piezas de Marc Chagall en la Colección de San Petersburgo. Poco que añadir a lo mucho que se ha dicho y se dirá sobre este nombre imperdible del vanguardismo, reconstructor de sueños y ambiciones, observador de la historia y redimensionador de tradiciones culturales. Todo un privilegio poder ver una de sus obras en Málaga. Y ojo que los responsables de la pinacoteca ya han anunciado su intención de que otras de sus obras de Chagall compongan una temporal propia.

4- «Cabeza», de Kazimir Malevich

La pieza de Kazimir Malevich, representa la obra del creador del suprematismo (el arte basado en las formas geométricas fundamentales), el arte por el arte, sin tradiciones ni mensajes políticos o sociales. La línea como religión y el color como fe.

5- «Retrato de marinero», de Peter Osolodkov

Volvemos al retrato, esta vez en pleno siglo XX, con Peter Osolodkov, representante de esa corriente del arte ruso que aspiraba a una forma tangible, con composiciones pulcras y expresivas, con volúmenes abstractos pero figurativísimos.

6- «Estación de tren en otoño», de Yuri Pimenov

Es uno de los tesoros del Museo Ruso. Obra del imprescindible Yuri Pimenov, representante del grupo pictórico OST, cultivadores de un arte vigoroso (Pimenov fue un apasionado del fútbol, el boxeo) y moderno (la maquinaria puntera de la época fue una de sus grandes inspiraciones). Como asegura el propio José María Luna, como un fotograma de la película Doctor Zhivago.

7- «Tractorista», de Alexander Deineka

Una historia marcada a fuego por la política y la ideología debía tener una huella fundamental en la Colección. Un ejemplo lo encontramos en esta pieza de Alexander Deineka, un pintor y escultor (también cartelista) que destacó en el realismo socialista. Legó una obra que va mucho más allá del manifiesto y del testimonio de una época, un tiempo y un país.

8- «Composición con filos blancos», de Vassily Kandinsky

Otro de los grandes nombres propios del stock ruso. El precursor de la abstracción, el hombre que entendía al artista como una especie de profeta, ha quedado en la historia como uno de los pocos que supo encontrar la espiritualidad en la línea y el plano.

9- «La mies», de Alexander Bubnov

Bubnov tiene un museo dedicado por entero a su obra en su ciudad (Atkarsk), lo que da cuenta de lo vasta e influyente que es su obra. Uno de sus fuertes, recuperar la imaginería de los grandes héroes de la patria rusa, creando una mitología a partir de imágenes épicas, totémicas. La mies, sin embargo, es una obra de aliento íntimo aunque de gran formato; sin duda, una de las experiencias más atractivas y llamativas de la colección rusa.