La mirada incrédula del visitante se dirige de un lugar a otro. «¿Se ha parado el tiempo?». La sensación de quietud y tranquilidad, el viaje por el tiempo que supone pasear por el Museo Ruso, transforman desde ayer la antigua Tabacalera, en Huelin.

Horas después de la apertura oficial, presidida por la clase política de la ciudad y las personalidades malagueñas y rusas, los alrededores de la recién inaugurada pinacoteca estaban mucho más tranquilos. Y eso que ayer, como hoy, la entrada al museo era absolutamente gratuita -a partir de mañana, los precios de la entrada van de los 6 a los 8 euros-. Según las primeras estadísticas, cerca de trescientas personas visitaron el centro en su primera tarde; una de las personas que se acercaron a conocer el museo fue la baronesa Carmen Thyssen. Todos ellos emprendieron el camino por la historia rusa con el único sonido de sus pasos atravesando un recorrido fundamental, de los iconos del siglo XV a las vanguardias comandadas por Chagall, Malevich y otros popes.

Muchos de los visitantes, vecinos de la zona, están esperanzados con que el Museo Ruso atraiga más turistas y público a una zona, Huelin, tradicionalmente ajena a este tipo de movimientos turísticos y culturales. De momento, se sabe que un equipo multidisciplinar integrado, entre otros, por técnicos del Observatorio de Medio Ambiente Urbano (detrás de la operación Soho) está elaborando un proyecto con propuestas para la regeneración y dinamización de la zona.

Este lunes, colaboradores del Museo Ruso se pasearon por el barrio con merchandising y carteles de la pinacoteca y un lema: «Somos los nuevos vecinos». De momento, se quedarán diez años; falta por ver si la convivencia es fructífera para ambas partes.