En marzo de 2013, con cuarenta y ocho años recién cumplidos, Mikel Erentxun sufrió una angina de pecho que le metió un tiempo en el hospital. Pues bien, justo ahí, en ese sufrimiento y en esa clínica, encontró el ex-Duncan Dhu la inspiración y la fuerza para crear Corazones, su disco más personal. Quince canciones y un final que el músico desgrana ahora por partes y por orden, no sin antes explicar: «Supe desde el principio que sería un disco conceptual y que hablaría de mí. Y esta es una de las novedades, que todas las letras son mías, además de la música, y en todas ellas aparece la palabra corazón. El disco, además, está pensado para que se escuche entero y por su orden, porque va narrando una historia completa. La historia de alguien (yo) que está en el borde de la vida y sale de esa situación renovado, muy optimista, con muchas ganas de poner el calendario a cero y empezar a vivir otra vez».

1. El hombre que hay en mí

Parece una obviedad, pero el amor es una de las mayores fuerzas que hay. A mí me ayudó muchísimo el tener a mi mujer al lado en esos momentos difíciles. Y de eso habla la canción, de que, aunque salgas hecho trizas, la diginidad y la humanidad siguen ahí, nadie puede quitártelas. Gracias al amor, a mi mujer, quedaba el hombre, aunque físicamente estuviera hecho una piltrafa. Soy muy individualista y me encanta la soledad, pero la soledad está bien cuando es voluntaria y la controlas tú.

2. Corazones

Ya he dicho que el disco tiene un tono vitalista. Básicamente, esta canción está diciendo que disfrutes de la vida, porque va a toda velocidad y el futuro no está en tus manos.

3. Ojos de miel

Es una canción dedicada a una de mis dos hijas. Ésta es la mayor. Tenía siete años cuando yo estaba ingresado y no se atrevía a entrar en la habitación. Se quedó en la puerta, sonriendo, tímida, muy asustada, y para mí fue una luz que me iluminó el mundo. Sus dos hermanos tienen los ojos azules, muy llamativos, y todo el mundo se lo dice. Por eso a ella también le decimos que los suyos son de miel y también muy bonitos.

4. Un corazón llamado muerte

Esta es la canción que habla del descenso a los infiernos. La pensé mientras bajaba a la UCI, consciente y acojonado. Yo no quería estar ahí, quería estar fuera, comiéndome la vida. Esta es una de las canciones duras del disco, una de las importantes. También por la forma en que está producida, porque está cantada en un registro que yo no había utilizado nunca, con guitarras muy afiladas... Quería transmitir la tensión que experimenté en ese momento. En Corazones, por cierto, las letras de las canciones son anteriores a la música, que está a su servicio. Este disco es una novedad en mi carrera por muchas razones.

5. Dakota y yo

Pues, para más inri, cuando me sucedió todo esto mi mujer estaba embarazada de ella, de Dakota. Nació al poco de salir del hospital, pero yo pensaba antes en ella porque mi mayor angustia, lo que me sumía en un mar de lágrimas, era pensar que quizá no la conocería. Uno se vuelve muy melodramático en situaciones así...

6. As de corazones

Es como un sueño un tanto abstracto, por los efectos de la droga con la que estás sedado. En esta canción se mezclan deseos y tensiones, y acaba con la angustia de tratar de musicar los momentos malos, que ahí tienen forma de ruidos y gemidos. Diría que es la canción más surrealista del disco.

7. Vas a cansarte de mí

Una declaración de intenciones. Un yo voy a salir de ésta y me vas a tener hasta en la sopa. Es una canción guerrera, hipnótica, con guitarras muy peleonas...

8. Veneno y corazón

Originalmente, se iba a titular Canción de despedida. Hay momentos, como el anterior, en los que uno se siente más fuerte, y otros, como éste, en los que uno está muy débil. O sea, que esta es una canción escrita en un momento de gran bajonazo durante las dos semanas posteriores a la operación que estuve en el hospital.

9. Los muros de Jerusalem

También es una canción negativa. La escribí después de que a mi mujer y a mí nos llevaran a la consulta del cardiólogo de planta. Fue muy duro para mí, tipo House, cuando me dijo sin tapujos y de frente que me iba a soltar pero que no creyera que estaba curado, porque soy un enfermo crónico, de por vida. Con el tiempo te das cuenta de que en realidad eso no es nada, pero en aquel momento fue un derrumbe, de ahí la metáfora, la caída de los muros de Jerusalem. Quizá el símil habría sido las murallas de Jericó, pero me pareció más gráfico lo de los muros...

10. El corazón del dragón

Es mi canción favorita, tengo que decirlo. Estoy recordando el día que tuve la angina de pecho. Yo tuve muchas molestias durante dos meses, pero no les di importancia hasta que una mañana de lluvia, corriendo, me fui al suelo por el dolor. No es que me cayera, me fui derrumbando, y cuando ya estaba en el suelo no paró nadie. Es verdad que no pasó nadie caminando, pero sí un montón de coches. Llovía, yo estaba en el suelo, con un dolor inmenso, a trescientos metros del hospital, y nadie se detuvo. Al final el dolor remitió, pude levantarme y regresé a casa caminando. Creo que esta es la canción del disco que está mejor escrita.

11. Viento errante

Una pequeña canción de escape, de evasión. Habla de la habitación 403, en la que estaba ingresado. Simplemente, viene a decir: «Cariño, ven a mi habitación, sácame y vámonos con el viento errante».

12. Corazón y huesos

En el sentido literal, perdí muchos kilos de golpe en el hospital, durante todo aquel proceso. La verdad es que me quedé muy chupao, muy blanco, con muy mal aspecto. Y la canción dice lo que el título: «Abrázame, que aquí estoy yo, aunque sólo soy corazón y huesos».

13. Tú

Una declaración de amor, como otras que hay en el disco. Pero esta es una declaración de amor directa a mi mujer.

14. Con el tiempo a favor

Es una canción de despedida al hospital y, con él, a todo el mal rollo. Con un juego de palabras: el tiempo a favor, y no el viento, porque yo me voy de allí con toda la vida por delante. Adiós, corazón, en el sentido literal, porque ese es mi corazón enfermo el que se queda ahí mientras yo me voy sin mirar atrás y sin pedir perdón. Es un he ganado con una cierta chulería...

15. El último vals

Ésta es la primera que escribí para el disco. La que tenía que abrir el disco, pero al final cierra el círculo, porque es volver al comienzo de todo: un pequeño guiño de autor, una licencia. Cuenta cuando me despierto en la planta de los corazones rotos, bailando en el filo entre la vida y la muerte.

16. Final

Un pequeño epílogo, pero que creo que dice una cosa muy bonita. Eso de que en casa hay un cartel que advierte: Cuidado, que hay corazones sueltos (en lugar de perros) y dispuestos a ladrar.

Y, ahora ya sin música, el epílogo del epílogo...

Creo sinceramente que éste es mi mejor disco. Terapéutico, supersincero. Y además, que no lo había dicho antes, he grabado yo todos los instrumentos. Es un disco muy personal y verdaderamente irrepetible.