­­Como si de una treintena de soldados se tratase, los jóvenes pertenecientes al Proyecto Orquestal Promúsica de Málaga hacen del movimiento de sus arcos un desfile militar en el que la precisión, la uniformidad y la concordancia son la nota primordial. Bajo la atenta mirada del director del proyecto, el violinista y pedagogo malagueño Javier Claudio, la pasión por el instrumento de cuerda se convierte en concentración por hacer de las partituras obras de arte sonoras.

«Me están malacostumbrando porque ideas que estaban ocultas y que parecían imposibles de hacer se convierten en realidad», señala Javier Claudio. Entre esas ideas que parecían inalcanzables está la que les reúne en el Centro Cultural María Zambrano: la creación en 2009 de tres orquestas de cámara que correspondiesen a los grados de la carrera musical -Enseñanzas Básicas, Grado Profesional y Grado Superior-.

Esta distinción educativa en la que se divide a los más de 90 alumnos de entre 6 y 24 años por edades para emprender el camino musical de la mejor manera posible persigue ofrecer apoyo, formación y estímulo musical.

Una de las iniciativas innovadoras llevadas a cabo por el músico se basa en que alumnos de edad superior ayuden como voluntarios en la formación de los más pequeños. «Enseñando se aprende más porque hay que tener las ideas claras para poder explicar. Además, se forma un vínculo donde unos aprenden de los otros. Es una formación en cascada», destaca Claudio.

Aprendizaje personal

Pero entre esas cuatro paredes no solo conviven partituras y escalas, sino que las relaciones personales hacen de la estancia un entorno que difiere de todo lo que se suele asociar con la palabra «académico».

«El alma que tiene esto es lo que les hace diferentes. Aquí vengo a aprender pero eso no es lo más importante, casi está en segundo lugar. Aquí vengo a disfrutar. Hacemos música maravillosa simplemente porque nos sale al disfrutarlo tanto», destaca una de los músicos que siguen la danza de las batutas de Javier Claudio.

El director respalda las palabras de la joven: «Detrás del trabajo va quedando muchas cosas que son más importantes. Somos familia, se ha creado un vínculo de amistades que hace que esto se disfrute de manera diferente».

Pero esta unión no ha hecho que el trabajo sea menos estricto, sino que el fin principal de Javier sigue siendo poner retos a sus alumnos adaptados para sus edades para lograr que sean capaces de tocar partituras que en un primer momento les parecía imposible. Y es que el sonido unísono que se escapa de sus instrumentos poco se parece al que se escuchaba en sus primeros días, cuando, tal y como el violinista explica, no eran capaces de tocar una sola escala juntos.

«Pretendo que esto sea un reto musical en el que si no sale lo que esperamos es que solo han dado la nota, nunca mejor dicho», destaca el violinista.

Durante los años de esfuerzo que llevan tras de sí estos jóvenes, los músicos han grabado dos discos, algo insólito en un ámbito musical como el que les rodea y en personas de tan corta edad como la que conforma estas tres orquestas, según destaca orgulloso Claudio. Además de ello, sus melodías se han podido escuchar en conciertos realizados en lugares como Málaga, Jaén, Almuñecar, Marbella o Fuengirola, además de en festivales internacionales como los de Peruggia, Montecatini o Florencia.

Una pasión heredada

«Me levanto y me acuesto con el Proyecto Orquestal Promúsica», añade el violinista destacando su dedicación con el proyecto. Para reafirmarlo se encuentra en el aula su hija, quien se ha convertido en la cuarta generación de músicos. Su bisabuelo fue el fundador de la Escuela Sinfónica de Málaga, su abuelo estuvo 50 años en la Orquesta de Málaga y su padre, Javier Claudio, ocupa una cátedra de violín en el Conservatorio Superior de Málaga además de ser el director y creador del Proyecto al que ella misma asiste. Así, ¿cómo no tener la pasión por la música en las venas?

Según la propia chelista comenta, su primer contacto con el ámbito que ha cautivado a su familia fue con dos años cuando utilizaba el violín de su padre -al que tuvieron que adherirle una pica- como chelo.

Muchos años han pasado desde los inicios de los jóvenes que hacen del amor por la cuerda su principal ocupación, pero muchos más los que esperan poder disfrutar haciendo de ese esfuerzo diario una forma de mejorar.

Un aula repleta de melodía y ritmo

Javier Claudio, creador del Proyecto Orquestal Promúsica de Málaga, ensaya con los jóvenes participantes de una de las orquestas que dirige en el Centro Cultural María Zambrano las piezas musicales que conformarán los conciertos que sus alumnos impartirán próximamente en la provincia malagueña.