¿A sus Diez veces siete sigue en guerra?

Estoy físicamente más calmada, pero sigo firme en mis convicciones. Sigo indignada y muy curiosa a ver qué demonios pasa.

¿Qué diferencias hay entre Mujer en guerra y su última autobiografía?

En la anterior tenía sus momentos duros, pero estaba escrita desde la perspectiva de alguien que se está realizando con su trabajo y en el panorama periodístico. Aunque sonaban muchas voces de alerta, no eran en lo económico sino en lo mal que se estaba haciendo. Esta es una recapitulación de una vida y de cómo han cambiado las cosas. Son unas memorias, luchadora, no te desanima al leerla. Sale mucho la profesión y la política, pero muchísimo mi madre y mi relación con ella. Creo que es el personaje más interesante. Me quedé muy bien haciéndola. A mí ese libro me ayudó a ponerme en paz.

Tras la «salida» de El País decidió subirse a la nube de internet. ¿Cómo se hace buen periodismo en la red? Por qué no es oro todo lo que reluce...

Yo, al principio, estaba solo como mirona, pero cuando me echaron de El País salí del armario. El periodismo es muy sencillo, las mismas reglas, los mismos libros de estilo siguen funcionando. Lo único que hay que tenerle respeto a lo digital, tanto como se tiene a la palabra impresa.

¿Estaría abierta a formar parte de nuevos proyectos?

No, yo ya estoy en eldiario.es. Tengo ahí mi columna y estoy estupenda. Soy jubiladita, no tengo ganas. Soy mayor, que los jóvenes tiren para adelante. ¡Qué se apoderen de todo!

Si hablamos de política, se acercan las elecciones generales. ¿Cómo lleva el puedo prometer y prometo?

No se como vamos a salir, me parece que ha sido interesante desde la irrupción de Podemos, han pasado muchas cosas. Hubo tal pánico que si hubiera salido Ciudadanos en ese momento posiblemente no hubiera ocurrido, porque no deja de ser un colchón para el PP y para la parte más derechista del PSOE. Es una seguridad de que las cosas no cambiarán, pero con Podemos se acojonaron tanto todos... A lo mejor ha pasado un año y parece que han pasado diez, va todo muy deprisa. Tengo poca fe en el género humano y mucha curiosidad.

¿Teme el resultado de las generales?

No, me aguantaré con lo que sea y me seguiré cabreando. A mí lo que más me va a joder es que un ser como Esperanza Aguirre pueda ganar a Manuela Carmena. Éticamente, eso dice mucho de una ciudad, pero nunca pensé que los cuentos de hadas existieran y que el amor durara para siempre; o que los reyes vinieran de París. No, ¿quiénes venían de París? Los niños... [risas]. Los reyes brotan y no se van de ninguna de las maneras. Y un tren solo tiene una locomotora y tira de un montón de vagones llenos de borregos, mientras atacan los vaqueros y los indios. Demasiado que de vez en cuando se adelanta algo.

Respecto a su trayectoria, ¿con qué se queda de los territorios comanche en los que ha trabajado?

Si te dijera que me quedo con los aeropuertos donde esperaba salir llena de ilusión... [risas]. Para mi siempre fue Líbano. Me gustaba mucho vivir en Beirut en guerra. Lo más interesante es sobrevivir a todo, a las redacciones, a los jefes, a los compañeros, que mi carrera durara tantos años y que la decepción me haya llegado con los 70 años, no lo esperaba. Lo único que no quería es que los diarios resultaran lugares tan inhóspitos para los nuevos, no retirarme sin dar lecciones.

Maruja, ¿qué queda de esa chica de barrio?

Tienes muchas dentro, soy toda yo por todas mis épocas. Te miras al espejo y te sorprendes, porque lo que los demás ven no es lo que yo pienso que soy. He tenido la suerte de conocer a la gente adecuada y poderme educar por mi cuenta. Eso cuando envejeces es un pilar fundamental.