Mañana, día 30, celebro mi medio siglo de vida en un concierto... ¡Falso! Realmente son 51 años y un día, pero en estos casos la precisión matemática me la refanfinfla. Resulta que el año pasado me quedé con ganas de celebrar los 50 a lo bestia pero no pudo ser: me tocó hacer un evento en Murcia, al día siguiente estaba con los Danza en Jaén, etc. Total, que cuando este año vi que el 29 me salía concierto en Getafe me apresuré a llamar al representante para que me bloquease la fecha del 30. Esta vez no me quedo con las ganas.

Empecé con 17 añitos a cantar en un lejano marzo (creo) de 1982 y desde entonces me dedico a ello, teniendo el privilegio de poder dedicarme todavía a lo que más amo: la música. He vivido la explosión de La Movida, la fagocitación de ésta por la industria, los años de vacas gordas, la descomposición del engranaje musical, las actuales penurias del gremio, actuaciones para 40.000 personas y para 40. Tengo 20 discos publicados incluyendo los de Danza Invisible y los míos en solitario, un par de discos de platino (más de 100.000 copias entonces) y 4 de oro (50.000), he llenado plazas de toros y luego he visto como nuestra popularidad iba decayendo, fenómeno inevitable que es uno de los momentos más difíciles de superar para los que tenemos ego. No en vano todos los que nos dedicamos a esto andamos sobrados de él, digo yo que si no no nos plantaríamos en escena, ¿no?

Pero déjenme que abunde en mis últimos 5 años de carrera: desde el 2010 he publicado Tía Lucía, con Danza, Reversos y Barrio de La Paz Acto 1, en solitario, he publicado el libro Una historia del pop malagueño, he organizado tributos, más o menos exitosos, a Los Íberos, Marisol-Pepa Flores y Los Gritos, he tocado solo, con Danza, con bandas base, en acústico, conciertos de nostalgia de los 80, presentaciones audaces como la reciente «mambópera» junto a la compañía Caramala Teatro, he dado conciertos-conferencia de varios tipos y hasta me inventé un concierto exclusivo para la Tercera Edad. Pienso que la libertad de movimientos que me dio el no depender de una discográfica y no tener un mánager en exclusiva me ha permitido divertirme y organizar mi carrera como me ha dado la gana. ¿No hay músicos que tocan con 5 ó 6 bandas? ¿Y por qué no un cantante puede hacer los mismo? Se trata de tirarse al barro, «volver a cargar los amplificadores» real o metafóricamente.

Ay, siempre he dicho que no tiene mucha gracia envejecer: las resacas duran más, la salud se nos resquebraja y si antes era joven y tonto ahora estoy mucho más viejo y casi igual de tonto. Pero este «casi» basta para alegrarme, observo la reacción de mis compañeros de gremio y me siento orgulloso de lo que he sembrado. Este sábado en La Cochera Cabaret vamos a hacer un concierto-fiesta casi a la inversa: si lo habitual es una misma banda base y varios vocalistas yo voy a hacer de cantante-base y el resto son bandas invitadas. Allí se van a juntar del orden de 20 músicos o más, estarán los Hispano-Cubans, la banda que me acompaña ahora en solitario, y mis eternos compinches de Danza Invisible, además de El Trío del Saco, con los que el año pasado hice unos 6 ó 7 conciertos temáticos basados en el vino (anda, se me olvidó mencionar esto). Ah, tengo una llamada de Andrés Gordo Master, que viene a mi cumpleaños, pues venga, que pase el siguiente, ¿Y este whatsapp? Es Celia Flores, que se apunta. Pues nada, a retocar repertorio. Riiiing , ¿qué pasa, Roberto? «Pues que dice Tony Romero de Chambao que tiene que tocar en tu cumpleaños sí o sí». Pues nada, cómo le voy a decir que no...

Y así va la cosa. Estoy viendo como estos días me embarga un poco la melancolía; no ceso de luchar por seguir en activo como creador y a veces parece que uno esté condenado a ser una figura del pasado, ¡Qué mal se trata a los veteranos en este país! Pero hay atisbos de esperanza; cuando veo a una persona sosegada como Manuela Carmena poniendo un poco de cordura en las aguas turbulentas de la política nacional pienso que no todo está perdido. Y al fin y al cabo, como un día me dijo Daniel Casares, «tío, somos músicos, ¿qué podemos hacer? Pues seguir haciendo música, hemos nacido para esto». Y fantaseo con que mi ciudad pudiese ser algún día una capital cultural completa, es decir, con respeto a la música y los músicos. Incluso con que mi segunda casa, el Terrormolinos (con permiso a Txema Martín por acuñar el término) de Fernández Montes vuelva a ser el Torremolinos que conocí cuando me escapaba por las noches de chavea desde la Barriada de La Paz -por cierto, al lado de La Cochera Cabaret- rumbo al Tiffany´s a escuchar a Bowie, los Talking Heads, The Cure o Ian Dury. ¿Quién dijo que todo está perdido? Hoy vengo a entregar mi corazón (Gracias, Fito Páez).

Gracias a TODOS los músicos de Málaga por estos años de goce. Y a la prensa local, me atrevo a decir que una de las mejores de todo el país. Y a mi mujer por aguantarme, no es fácil convivir con un majara tanto tiempo. Y como dijo Paul Simon, estoy «still crazy after all this years», todavía loco después de tantos años. Que Dios me conserve la chaladura.