Como puede leerse en el encabezamiento de la singular pieza artística: "En el fracaso bien entendido hay un éxito" (Isidoro Valcárcel Medina). El artista urbano malagueño Dadi Dreucol ha utilizado sus armas proverbiales, arte y libertad de expresión, para convertir una multa por pintar en la calle en una obra en sí misma y un manifiesto. El grafitero vendió ayer a través de la red una sanción municipal intervenida por él mismo con un dibujo en que dos ciudadanos semidesnudos desafían a un agente de seguridad, el boceto de su próximo mural, tal y como ha adelantado la revista El Observador. Y lo despachó por 251 euros, el precio exacto de la multa. ¿El objetivo? No precisamente lucrativo, como asegura el propio autor -que dice vender sus piezas a un precio más alto-, sino más bien reflexivo: "Estas multas se dan a menudo, a veces con razón y otras sin ella. Según la ley es, incontestablemente, una falta. La pregunta sería si estamos de acuerdo con esta ley y sus posibles excepciones. Creo que ésta es la reflexión que puede generar el gesto que he llevado a cabo y la respuesta de algunas personas al mismo", aseguró el artista a la citada publicación.

Se da la circunstancia de que Dreucol participó, en 2013, en el programa Málaga Arte Urbano del Soho (MAUS), una paraguas de iniciativa de reactivación estética del Ensanche de Heredia a través de grafitis y de intervenciones en las fachadas de los edificios; una iniciativa que contaba con el amparo, eso sí, de las autoridades, a diferencia de la que le supuso una multa a Dreucol -tuvo lugar en la calle Madre de Dios, como puede verse en la sanción-, totalmente clandestina, sin aval municipal. Como clandestino y sin aval municipal es el origen del arte urbano, a pesar de que cuente con cada vez más predicamento entre las instituciones y museos.