Cuentan que Louise Bourgeois era una ardiente admiradora de Pablo Picasso. «Cuando visitó la exposición de Picasso del MoMa en 1939 [Bourgeois tenía entonces sólo 28 años], dijo: Era tan hermosa y revelaba tal genialidad y tal colección de tesoros, que no cogí el pincel en un mes...Parón total. Limpié los pinceles, las paletas. Una vez que la fuente de tal goce desapareció, la vida se hizo deprimente». En un plano más personal, también el genio malagueño influyó lo suyo en la vida de la expresionista francesa: el profesor de Arte Robert Goldwater visitó la tienda de estampados que tenía Bourgeois para comprar una selección de estampados del malagueño. Allí, cuentan, «en medio de conversaciones acerca del surrealismo y las últimas tendencias de la creación», nació una relación sentimental que fructificó en boda y en el posterior viaje a Nueva York de Bourgeois, precisamente donde comienza He estado en el infierno y he vuelto. Pablo Picasso, presencia ineludible en el arte y la cultura del siglo XX.